Bajar documento - La nueva concepción de la historia

en la política, en la esfera espiritual), puede ser catalogada, mas bien, como supramodernidad
(“alta modernidad: reafirmación de las tendencias históricas positivas se profundizan y
universalizan: el desarrollo personal, democratización,…”); aseveración atribuible al sentido
que quiere advertir en el mundo el desarrollo incesante de la ciencia, de la técnica, desprovista
de su índole civilizatoria capitalista, como el nuevo carácter del proceso humano (respecto de
este paso, sobre todo los europeos, acusan a la población latinoamericana, de graciosa, fácil,
gratuitamente recibir los favores de la posmodernidad, sin haber trabajado en su producción;
estos sectores, debe recordarse, tomaron impulso en la premodernidad, con la conquista,
saqueo y vasallaje de múltiples pueblos en el mundo). El salto hacia un escaño superior de
modernidad, ¿puede designarse con la expresión: “revolución de la inteligencia”? En forma
general, mutatis mutandis, la gradación en el proceso significativo de progreso de las fuerzas
productivas tendría el siguiente orden: neolítica, metalúrgica, hídrica, eólica, mecánica,
electrónica, comunicacionales, de la automatización, informática, robótica. En todas las fases
de este proceso está el sello de la inteligencia; por tanto, no puede haber una tipo de
revolución específico, que pueda ser denominado como “de la inteligencia”.
Sin embargo, los propios proponentes (Lipovestky) de la llamada era de la
“posmodernidad”, han debido cambiar de frente de reflexión con el anuncio sobre la
conclusión repentina de dicha etapa, para inmediatamente substituirla por la de la
“hipermodernidad”, la cual estaría caracterizada por los aspectos inmediatamente visibles del
“consumo imparable de lo efímero, la sensación de desorientación generalizada”, la
“tecnología invasora... la vacuidad existencial...”, la computadora, el Internet como nuevas
formas de socialización virtual, “... un sistema sin puntos de referencia, en la que todos los
valores se conmutan, en que todo se intercambia en una circularidad sin fin”, etc. ¿Qué ha
pasado luego, con los principales rasgos de la economía posmoderna, tales como:
desconcentración empresarial, crisis de las profesiones, emergencia de la vida wired, de los
trabajadores de portafolio, de los emprendedores? Toda nueva etapa en el desarrollo
instrumental de la especie puede ser asumida como “modernidad”; se trata del desarrollo de
las fuerzas productivas y su ubicación en un nuevo nivel, como sería el caso de la
“supramodernidad”, en tanto condensación del proceso de automatización productiva
(proceso global, que tiene como agente a las corporaciones transnacionales) y del
establecimiento de secuelas derivadas directamente del fenómeno: el cambio en el orden de la
vida; en efecto, la “supramodernidad” (la “alta modernidad”) es el salto de la civilización
hacia el escaño de la automatización completa con efecto en los nexos humanos, en el
pensamiento, en las instituciones (en realidad, la “supramodernidad” –transición-, en esencia
en este documento se lo percibe como la fase humana global, en la que se resuelve la
“cuestión social”, la “cuestión global” y la “cuestión espiritual”, y en la que a la vez tiene
comienzo la realización de la “cuestión humana”). La modernidad, por tanto, “... adquiere
forma particular en cada fase histórica”; la recusación sobre la coercitividad tecnológica es,
evidentemente: una aberración, en la medida en que no se la mide de acuerdo al prisma de su
inserción en la estructura social de la cual recibe su determinación; en efecto, la
“reproducción del ´universo tecnológico´”, es parte necesaria del proceso de autodotación
inconsciente de conciencia por parte de la Materia.
Ahora bien, todo pensamiento tiene su asiento en determinadas condiciones
materiales: de ellas emerge, a ellas vuelve; condiciones económicas, que se amplían para
alcanzar la política, la cognición, puesto que constituyen expresiones de clase (en las
conformaciones humanas escindidas), formas de concebir y pautas para obrar. El marxismo es
la expresión, el reflejo –dinámico- político de la clase ascendente, de la fase de organización
social de la humanidad; el leninismo, la concepción proletaria del momento último,
parasitario, en descomposición, de la etapa burguesa del género. La concepción posmoderna
representa la posición intelectual de clase de la etapa neoimperialista, esto es, la forma
perceptiva transfigurada, de un sistema en degeneración, que recibe en su seno los primeros
brotes reales de la nueva “sociedad” con los cuales está condenada a coexistir durante cierto
tramo en el trayecto (“... todos estos teóricos desempeñan la obvia función ideológica de
demostrar en defensa propia, que la nueva formación social en cuestión ya no obedece a las
leyes del capitalismo clásico, esto es, la primacía de la producción industrial y la
omnipresencia de la lucha de clases”; el postmodernismo en suma: “ha declarado la muerte de
la dialéctica”). En la medida en que la ideología no oscurece del todo la esencia de la realidad,
el pensamiento postmoderno se ve impelido a exponer con sinceridad ciertos rasgos reales del
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