Bajar documento - La nueva concepción de la historia

también de los artistas, de quienes promueven la moda, la vanidad, del consumismo (del
comercio), de los etnicistas, de los defensores de los derechos humanos, aunque quizá no de
los defensores de los derechos de los animales y de la naturaleza, pues, ellos expresan cierta
aversión por la raza que come carne y destruye el medio natural, esto es, de capitalistas y
conservadores de múltiple pelaje.
En el plano referido, la contradicción tiene su más alta y escueta solución a manera de
la gran síntesis dialéctica idealista de Hegel: tesis (saber intuitivo), antítesis (saber racional) y
síntesis (pensar dialéctico: el principio del monismo material en la intelección correspondiente
con la unicidad del movimiento incesante del mundo). El tipo de operación de la mente, que
se halla de por medio, viene siendo una simple corazonada intuicionista, la cual ha sido
procesada espiritualmente mediante la irrupción de ciertos ribetes de racionalidad; y, orden de
la mente, sobre el hecho que aún no es, se ha conseguido gracias a la posición lógicodeductiva
de la asociación cognitiva de las ideas y seguida de un momento subjetivo de
refiguración de la totalidad según los postulados de determinación, que expresan la esencia de
los hechos y de la realidad, en su conjunto. En todo caso y momento, la realidad se ha
propuesto ser recuperada en toda su fidelidad: la aparente estructuración “dual” sistémica del
Universo (el “ser” y su inherencia: la conciencia, puesta por el ser humano; el “ser” y solo
“ser”: materia y sus propiedades, argumentos del movimiento, que se expresan también como
futuro), cuya superación doble arroja a la rueca de la historia tanto la escoria del intuitivismo
como la inherente al empirocriticismo: la posición mítica y la falsa conciencia asociada a los
puros deseos de la concupiscencia de la valorización.
La antimodernidad, el antidesarrollo, representan actos de recusación a una conducta
paraintuitiva y pararacional, ligada al interés del modo burgués de existencia, inscrito en el
aparataje transnacional. Se trata tan sólo de vivir la vida pero no a la manera ni según los
intereses capitalistas; de renuncia a aquella falsa “filosofía de la vida” impuesta por el poder,
que remite a acoger sin altivez ni beneficio de inventario, los “principios” de la “calidad”, del
“cero defectos”, de la “competitividad” (lo cual induce a levantar la tesis opuesta de la
“ruptura del paradigma” de la calidad, de la “competitividad”, de la “gestión de procesos
hacia la excelencia”, del lucro, de la propiedad privada, del mercado, de la percepción
burguesa interesada nipona de la “filosofía de la vida”, del capitalismo en general; “El ‘capital
humano’ alude, en la teoría neoclásica, sólo a aquellas habilidades que posee el ‘factor
trabajo’ que al mercado le interesa emplear”) 1614 ; recusar la yuxtaposición de esos
preconceptos en la esfera propiamente del “modo de vida”, en la cual, mas bien, debe
imponerse la percepción axiológica, humanística tanto en su sentido clásico, como en el
supramoderno: sólo es racional y humano –persona- un ser, cuando éste llega a dominar el
significado del mundo; no obstante, debe también rescatarse y desarrollarse la técnica en
dirección de la cibernetización de la producción material y del conocimiento, como el rumbo
inevitable del ser humano, en dirección de la conquista material del Universo y de la "razón
absoluta".
1614
La “eugenesia” (evolución de la especie por selección “social”) constituía una manera de librarse del peso
de seres nacidos con defectos insuperables, como medida tomada entre los primeros pueblos para salvar al
grupo, cuya reproducción –debido al precario desarrollo de la técnica- era en extremo incipiente (en el
presente, la “eugenesia prenatal” es igual a “control de calidad”, hecho posible en relación con el desarrollo
de la tecnología en el área de la salud). La eugenesia actual, en cambio, aparece como la forma más moderna y
camuflada de genocidio por parte del gran capital, en el sentido de que el grueso de la mano de obra que no ha
alcanzado niveles de competitividad (personas que no son proactivas, altamente efectivas, aquellas en las que el
nivel de eficacia, calidad y calidez no alcanza para sustentar al sistema del capital), sale del planeta porque es
una carga y un peligro para la reproducción de las transnacionales: sobrevivirán –por tanto- solamente los
“competitivos”, los trabajadores preparados con calidad, los que no incurran en defectos (“cero defectos”).
Nuevamente las “fuerzas productivas”: en un estado precario de su desarrollo, forzaron al grupo humano a
desechar seres con defectos físicos; en un nivel muy elevado de su desarrollo –en la etapa capitalista salienteestá
forzando a una clase, a desechar a los “retrasados” (con limitaciones intelectuales, incapaces de ingresar
en los axiomas de la “reingeniería mental”), a quienes no le sirven en el proceso de acumulación y, mas bien:
se hallan utilizando recursos naturales, que deben ser de uso exclusivo del neoburgués (la población que no
sirve al capital, está depredando y contaminando masivamente la naturaleza). A todos éstos, que de paso deben
ser cristianos, hay que recordárseles, que Cristo sostuvo, que el ser humano no debe tener temores sobre su
sobrevivencia, pues, si las aves del campo sin gozar de la importancia de los seres humanos, tienen el sustento
gratuito de Dios, mucho más las personas, que han sido creadas a su imagen y semejanza.
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