Bajar documento - La nueva concepción de la historia

toda época, en cada generación e, incluso: los individuos como tales, se ha y han legado en su
orden, a las nuevas generaciones aportes progresivos al saber, al hacer, a la civilización,
concebida esta última: como la “suma de instrumentos producidos históricamente por el ser
humano”. Ese es el patrón, la esencia, el aspecto de importancia visible, que hace el sentido
de la existencia humana. En concreto: si se extrae al ser humano del movimiento natural de la
materia en el ciclo óptimo actual, no queda más que puro y simple conocimiento de la
realidad documentada de diversas maneras (memoria histórica ontologizada de modo
tendencialmente electrónico, al momento) y un conjunto de instrumentos objetivados,
producidos. Por tanto, que si se deja de lado otro orden de variables (estéticas, éticas,
deportivas, de diversión, sistema de creencias, musculatura,…) en la consideración en torno
del carácter de la especie (las cuales pasan a ser factores puente, posibilitantes, habilitantes,
secundarios, etc.), se advierte, que es la esfera espiritual la que se ha desarrollado y plasmado
en la historia, mientras que las fuerzas productivas materiales son las que expresan incesante
progreso en cascada. Esta evidencia muestra, que no son los caminos dispuestos por los dioses
(falsos o verdaderos), que no es el desarrollo multilateral en libertad y en democracia, estético
y afectivo, las visiones que explicitan el “hecho humano”, sino la figuración del simple
proceso de producción, acumulación y desarrollo del conocimiento, con su consecuente apoyo
técnico, como un hecho siempre rumbo al saber absoluto.
El obstáculo en todo el embrollo de la mente es natural: culto a Eros, propensión
permanente del ánimo: que si no es consciente, es negativa, letal, vuelve del todo emocional,
animal al individuo. En la actualidad, la humanidad –en su producto medio- goza de
demasiada inteligencia, pero la misma se halla sometida a las más primitivas leyes de la
naturaleza: accionar por satisfacción, por placer. Las necesidades primitivas llamadas
“animales”, entre las cuales debe incluirse al “amor”, responden al modelo expuesto (el tan
magnificado “amor” se insiste, no es otro hecho que la intervención del cerebro izquierdo del
macho sobre el cerebro derecho de la hembra, para someter al cerebro izquierdo de la hembra
al cerebro derecho del macho, o sea, la actuación de la estrategia sobre la pasión, para
alcanzar el bienestar –de esto, nadie se da cuenta-; amor libre, sexo libre: “amistad con
beneficio” –a medida que se la humanidad abre su mente, el sexo emerge de la obscuridad:
“no tengo preferencia por ninguna de las flores… me llaman el mil amores”- “la mayor droga
es el amor”) 620 ; las necesidades conocidas como humanas, entre las que no se puede incluir la
Política ni la Ciencia, puesto que la primera se ubica en la esfera suprahumana y la segunda
en la dimensión divina, se inscriben el mismo patrón. Sin embargo, de modo paradojal, la
racionalidad puede llevar al capitalismo (el menor esfuerzo y el mayor placer) y la
sensualidad a la justicia, y a otra manera de mirar la vida (no se olvide la persecución por
parte de la clase dominante imperial reaccionaria estadounidense en 1950 a artistas de
Hollywood -the blacklist). La necesidad de volver al estado de equilibro (o de crecer)
inherente al proceder orgánico del cuerpo humano, cuya satisfacción se expresa en tanto
placer o bienestar, es la gran ley a la que está sometida la inteligencia y cuyo
desembarazamiento constituye el mayor reto y acto de heroísmo 621 . Reto grave, penoso,
puesto que todos quienes pertenecen a la raza humana se hallan amancebados, atados por los
cuatro costados a la materialidad que produce placer (reflejo condicionado permanente) y
respecto de lo que hay uno que otro alcahuete (los curas, por ejemplo, hacen sacrificio aquí,
en espera de encontrar placer en la otra vida).
las hormonas que lo someten, que no dejan en paz al individuo. Si por manipulación genética se elimina la
producción hormonal y las formas físicas atrayentes, la atracción y actividad sexuales perderán interés (la
reposición de “unidades de inteligencia” se harían por métodos asexuales y artificiales); ese cambio reducirá en
un 90% el deseo de vivir, perdiéndose interés, incluso por las actividades de orden racional. Es un peligro
inminente. La superación de tal desidia radicaría en producir e integrar al material genético, una gran sed de
conocimiento.
620 Empero, la ingenuidad de ciertos jóvenes entre 14 y 18 años –sobre todo mujeres-, sale de este patrón, los
cuales todavía suelen opinar, que no les importa el físico sino el interior, a la hora de escoger pareja.
621 En la formación de este neodesignio, interviene la propia naturaleza y los cambios inmanentes al proceso
intrínseco de evolución humana. La “comunicación aromática”, hormonal, es la base de la atracción (junto con la
forma somática y el tacto) entre seres humanos sexualmente diferenciados. La Antropología Evolutiva ha
descubierto al respecto, que únicamente el 40% de los genes del olor se hallan activos y que cada vez más se
estrecha esta cifra; se calcula que en 100 generaciones posiblemente se pierda la capacidad de percibir olores y
como el sexo se basa mucho en esta variable, el olfato y el gusto defeccionados, dejará de ser uno de los
activadores del amor carnal (solamente el mercado, este hecho transformado en “opción de negocios” mantendrá
la infraestructura investigativa y empresarial, que trate de compensar esa deficiencia degenerativa).
394