Bajar documento - La nueva concepción de la historia

por los rigores de fenómenos naturales como la “tempestad” (por eso en aquellas
circunstancias los reyezuelos se asumían a sí mismos como divinidades). La deificación de la
vida se halla directamente emparentada con la formación del atributo de la conciencia;
propiedad, que es lo único que no tiene preexistencia en la naturaleza (madre naturaleza,
sobre la que se dice que se ha adelantado en todo al ser humano, pero que “debe esperar
pacientemente” que venga el momento en el que su producto supremo genere la idea); en la
naturaleza pura, en definitiva, no se encuentra dispositivo biológico alguno que efectué
ceremonias de adoración a seres ideales; muchos animales sobre todo “son corazón”, pero en
ellos no opera la intuición: “no tienen alma”, se arguye para establecer una diferencia lógica,
una distinción pro humana, con la “persona humana” (sic). Cuando una persona por separado
se siente impotente en atender una necesidad por sí sola o subsanar una dificultad vital, pide
apoyo a un congénere o directamente lo hace al grupo al cual pertenece; ahora bien, en
momentos en que el grupo humano como tal se halla complicado en alguna parte del camino
de su vida, procede a inventar la idea de dioses, de Dios y a ellos y a El se supedita e implora
apoyo.
Hoy, ya no se producen milagros: el Maná del desierto, la interpretación de los sueños
del Faraón, la Multiplicación de los Panes, la Resurrección de Lázaro; esta clausura de toda
experiencia prodigiosa, se debe a la “falta de fe”, a la maduración de la conciencia (como
antes la conciencia condujo hacia la construcción de esferas ilusorias, hoy, en cambio, la
conciencia borra los grandes “errores” cometidos en el pasado) y al desarrollo del
conocimiento (ningún humano se halla envestido de la capacidad de inobservar las leyes de la
materia) y la técnica (lo que permite operar en el marco de dichas leyes), los cuales cada vez
más se convierten en sucedáneos de los poderes milagrosos (en televisión, en una entrevista,
un antropólogo académico afirmaba, que la costumbre de continuar admitiendo la existencia
de los llamados milagros, es efecto de la persistencia ideológica de la “fábula por la que se
cree que ciertas personas pueden violar las leyes de la naturaleza”). El bienestar sosegado, es
la realización y superación ideales positivas de las urgencias y penurias del proceso de
abastecimiento de las necesidades de la vida; el cielo y el espíritu son el lugar y la noción
productos de la operación de la inferencia que remodela los sueños a través del instrumental
de la imaginación (tanto del mundo ficticio que produce el trabajo del cerebro fuera de la
vigilia y del orden que a la actuación humana consciente confiere la voluntad, pero también
según el sentido de sus “ilusiones” 606 ). Al final, queda tan sólo el ser humano como pura
exterioridad, materialidad, biologicidad vergonzante, el cual representa complicaciones de
auto entendimiento cuando se aplica técnicas de hermenéutica comparativa frente a otros
procesos biológicos, en relación con la inquietud sobre “su lugar en el mundo”, en torno del
papel y sentido de su presencia en el cosmos (si animales y plantas crean y recrean el orden de
la naturaleza, o sea, son depositarios de la noble misión de mantener las condiciones “para sí”
del ser humano, éste, participando de este orden: aprovechándolo, modificándolo, tiene la
función superior de producir el concepto –el Big Bang, la célula procariota, Cromañón, las
cruzadas, la burguesía, la Mona Lisa, el paludismo, Colón, el código genético, el trasbordador
espacial,... son procesos, factores y seres necesarios en ese objeto).
Reemerge, de este modo, en el seno del ser humano en transición, la vieja contradicción
filosófica que reemplaza a la directamente material de clase, estructurada por los clásicos
polos: el idealismo sensorial y el materialismo racional. Junto a la “cuestión humana” y a la
antinomia tecnológica, el enfrentamiento entre quienes definen la felicidad y la realización del
sentido humano en la esfera conocida en este mundo y en ultratumba, y aquellos que
sostienen que el ser humano realiza la optimidad del Universo no sólo con su presencia, sino
en el otorgamiento de conciencia a la realidad material, constituye “el complejo tramado de
refriegas, putsh, oposiciones, realineamientos” (duelo de ideas, que a nivel de la práctica
aparece como contravención de usos), que determina el proceso humano de la inmediata
coyuntura histórica. En efecto, a medida que el ser humano se representa de modo objetivo la
realidad en su conciencia a través del ejercicio del proceso dinámico del reflejo (Lenin), de
modo más exacto, multilateral y totalizante, no solamente que acrecienta la esfera de su saber
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Esa la razón por la que los sueños carecen de sentido y no pueden ser objeto de interpretación. Aunque esta
tópica se trata con algo más de detenimiento en uno de los tomos adelante, aquí se anticipa que los sueños
constituyen el resultado del trabajo autónomo del neocórtex, sin regulación de la conciencia; esto es, cuando la
realidad viva no interviene sobre la memoria asentada, para efecto de captar y guiar la existencia en los hechos
fácticos (no puede haber sentido e interpretación sobre algo que no es racional).
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