Bajar documento - La nueva concepción de la historia

ase de la operación del movimiento progresivo de la materia: la ley del desarrollo, ha puesto el
rumbo de sus “actos”, sino que el proletariado –Marx: Los grundrisse-, habiendo llegado a
entender ese designio, lo ha sobrefijado racionalmente). El trabajo presente, por tanto, recoge la
maraña de ideas de orden particular, de un momento en el pensamiento: aquellas que
transparentan la evolución de la conciencia, en el lapso de una década de maduración (en la
coyuntura histórica: capitalismo y socialismo se han “anulado en conjunto” –se han
entremezclado: viven cada uno mutuamente bloqueándose y apoyándose- habiéndose dado
lugar a la emergencia de una forma sui generis combinada de estructuración humana, a la que
aquí, a falta de una terminología mejor, se la nomina con el modismo: “interregno
transicional” 269 ).
En la reflexión de orden “epistemológica”, en relación con el proceder expositivo que se
va a aplicar, en la intención de introducir el fundamento de principio, que la justifica, se arguye
que si bien se requiere de variadas y significativas cantidades de material empírico que
corrobore una hipótesis multivariable totalizante (cuando el conocimiento se amplía por vías
teórico-deductivas), debe tenerse presente, que los hechos fácticos constituyen un elemento que
formalmente se opone a la ciencia, frente a los cuales –esta última- debe luchar o “ignorarlos”,
para llegar a ser tal (lo cual no significa, que las presentes líneas se adhieran a las tesis
racionalistas, que excluyen el fundamento material del conocimiento 270 ). El saber científico es
“…ciencia de una ideología” (Néstor Braustein), pues, para llegar a alcanzar el status de
conocimiento objetivo, una reflexión lógica debe negar la impresión directa que los hechos
dejan sobre los sentidos (el mundo no termina en las Columnas de Hércules en el Gibraltar); un
ejemplo secular se ubica en la distancia existente entre el saber de Ptolomeo y el de Copérnico.
Ptolomeo expuso como explicación de la relación tierra-sol a la percepción inmediata de sus
sentidos; Copérnico, en cambio, no vio lo que vieron sus ojos y lo que habían visto los de
Ptolomeo, solamente entonces pudo exponer la teoría heliocéntrica (el gran Johannes Kepler
–órbita helicoidal de la Tierra-, es otro ejemplo insigne; como lo es Marx con la teoría del
Schrödinger, Heisenberg, Einstein dejan entrever bemoles en su pensamiento (el uso nodal en sus especulaciones
de las idealistas nociones de “espacio”, de “tiempo” y de “espacio/tiempo”, por ejemplo, además del mito de la
“energía” como misterioso ente inmaterial, de la “creación de materia” de la “nada” y de esta última como
elemento constitutivo y predeterminante de la realidad, de la entelequia “información”, de la “curvatura del
espacio/tiempo”, etc.; en verdad, dichos genios no han estado en posición de descubrir, entender o admitir, que el
“tiempo” no es un hecho real constitutivo de la materia capaz de incidir sobre ella, o aquel otro absurdo que
sostiene que la “energía” es esa “nada”, ese “vacío”, que surge por desmaterialización de la materia y que vuelve
a ser materia por condensación, que equívocamente conduce también a elucubrar que la llamada “energía” –lo
inmaterial- es capaz de producir eventos; o la más grande estupidez de última data: la neomitología “energía
oscura”, en la que el “espacio y el tiempo” -sic- colapsan –“distorsión del espacio”- -sic); si brillan y son
intocables los personajes citados y otros más (“vacas sagradas”), es porque todos forman parte de la escuela de
pensamiento burguesa, han sido galardonados con el Nobel, porque las abismales diferencias en el desarrollo de
las fuerzas productivas, el carácter imperialista de los escenarios en los que viven y la división del trabajo, hace
que reinen frente a colectivos enteros de científicos medios en el mundo, que son consumidores/difusores
(Michiu Kaku, por ejemplo) de esas ideas, que no se atreven a perderles el respeto y el miedo, debido a que no
en todo lado se cuenta con centros de investigación que ponga en condiciones de producir y organizar la difusión
de las propias ideas. En realidad, la “suposición fantástica”: “cuando más se conoce de la posición de una
partícula, menos se sabe de su velocidad y dirección” (“para observar a un electrón éste debe ser iluminado, pero
el fotón altera la realidad”), bien se ve, que es un problema de cómo conocer y no de “incertidumbre”; si Borh y
Einstein no se pusieron de acuerdo sobre la idea del átomo, es porque sus argumentos fueron especulativos
(matemáticos): sus constructos no eran el reflejo de la realidad (verdadero conocimiento), la que –en este casodesempeña
papel epistemológico: valida o invalida la hipótesis. De similar modo se procede en otro ámbito del
saber: en Psicología, pues, en dicho campo tampoco existe la realidad de una tal “intuición” –comportamiento o
percepción sin ningún antecedente, en completa ignorancia- o el de “inconsciente” –información almacenada, sin
conexión con la operación del cerebro y con la vida-, sin embargo a tales nociones seudocientíficas se los usa
demagógica y profusamente.
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“Un capitalismo ´agónico´ que, con el monopolio y la producción a gran escala, con su asociación directa
con el aparato estatal de la burguesía y con su extensión planetaria, abría una ´etapa de transición´ hacia un
orden social superior” (Rieznik, Pablo. Catastrofismo, forma y contenido; Revista: En defensa del marxismo,
diciembre del 2006).
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En el plano epistemológico, este trabajo se enfoca: ¿en el empirismo, en el racionalismo, en el positivismo o
en la dialéctica? Lo hace en la Dialéctica, con inclinación hacia el positivismo y al racionalismo, debido a la
diversidad de materiales que se aborda, los cuales abarcan la historia, la sociedad, la humanidad, la Física, la
Cosmología, etc., o sea, tanto los objetos sociales como los naturales y los del pensamiento son tratados; por
consiguiente, el ejercicio: ¿podría presentar atavismo ecléctico? No es así. En verdad, en este documento se
procura ver la realidad como proceso contradictorio, en movimiento y cambio; apreciar la realidad sujeta a leyes
y en perspectiva; y, mirar los hechos en su relación con la cosmovisión marxista.
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