Bajar documento - La nueva concepción de la historia

Las potencias del trabajo social entregadas al designio del “ánimo de lucro”, de las
contratendencias impulsoras procedentes de la competencia, del desarrollo técnico, y gracias a
su concentración desbordante de nuevas cualidades en las ciudades (proceso evolutivo,
recusado en la ideología de la hiperurbanización), han formado al individuo, a la sociedad y a
la humanidad. Su división ha conducido a la potencia de las fuerzas productivas actuales (en
la especialización y en el desarrollo técnico ha elevado su productividad, como se dice ahora;
en verdad, ha llevado a la superexplotación), ha catapultado el desarrollo de la ciencia. Todo
el poder humano reside en el trabajo (trabajo abstracto, diversas formas de trabajo concreto,
especialización, intercambio y contradicción): actividad consciente, organizada socialmente,
en vínculo con la naturaleza, encaminada a un fin; la interacción y las relaciones
intersubjetivas son su resultado, su superestructura. El trabajo sometido al control y a la
competencia, en similitud que el deporte, tiene en frente una etapa virtual, un programa
representado por imágenes televisivas; la actividad llevada a cabo por los seres humanos en
búsqueda del trofeo, es tan sólo la reminiscencia de la antigua mentalidad troglodita de la
superioridad, de la búsqueda de los mejores. Toda esfera espiritual (la Axiología) ligada al
trabajo ejercido en competencia se retiran con él; sin embargo, el hecho ocurre no por la
superación del llamado status de “parálisis paradigmática” (crisis de las nociones burguesas
interesadas de calidad, excelencia, competitividad, creatividad); tampoco por la consolidación
del concepto de “inteligencia emocional”: las dos son posturas parcializadas y dañinas, 1) la
de la excelencia, por estar atada (subutilizada) a los negocios; 2) la emocional (mal utilizada),
por su ligazón con los negocios y por promover la emocionalidad (¿puede imaginarse a los
nuevos científicos apoyando su empresa en el lado derecho del cerebro? No; aunque digan
que el uno es inductivo y el otro deductivo 1730 ).
¿A dónde van: los trabajos temporario y multridestrezal, de la subcontratación, de la
labor por horas; del wired, de los emprendedores? ¿Cómo se debe entender la actitud urgente
inscrita en la idea de la “capacitación continua” y en la relativa a la auto preparación; entre
crisis de reproducción del capital y de reproducción de la vida? ¿En qué consiste la llamada
“crisis del mundo profesional”, que ha sido la base de la reproducción de las capas medias de
la sociedad? Catorce oficios, siete necesidades: bárbaros posmodernos dispuestos a hacer de
todo para atender las demandas de la sobrevivencia en un mundo súper tecnológico global. El
trabajo ocasional de los variados oficios, es la primera de las manifestaciones reales de la fase
de descomposición en la que ha entrado el trabajo como forma de auto producción de la vida
material del ser humano, en el modelo agotado de las relaciones burguesas de existencia; la
cualificación constante, o sea, el hecho de que cada vez mayor preparación científica y técnica
demande el ser humano para convertirse en talento, es la siguiente manifestación, que expresa
el proceso de cesación histórica en el que ha ingresado la actividad productora de riqueza (la
ley de los “rendimientos decrecientes” en la “capacitación continua”); la crisis del modelo de
las profesiones corona el vía crucis del trabajo, en la medida en que la labor intelectual,
técnica, es rebasada por el conocimiento y, principalmente: por el desarrollo de la propia
técnica. Las preocupaciones respecto de que un ser humano no puede ser capaz de abarcar
varias profesiones para desplegar la estrategia de la lucha por la vida; el que el ser humano no
debe ser sumido en el estrés de no anquilosarse, no quedarse atrás, de constantemente estarse
preparando; o el que un joven no vea ya plausible afincar la economía de su vida en una
profesión, ponen al frente de la mirada, el crucial hecho de que la Transición es un momento
clave respecto del salto definitivo, que debe dar la humanidad para solucionar de un solo
plumazo todos los problemas, que a la actual organización de la sociedad ha puesto el
desarrollo de las fuerzas productivas.
A futuro: no más trabajo; esa es la respuesta histórica de la inteligencia frente a las
consecuencias, que sobre los procesos de la reproducción de la vida ha desatado el progreso
de la técnica, dado en el marco de la vigencia de relaciones sociales capitalistas; por tanto, de
1730
El marxismo, por ejemplo, “no reconoce una estructura trascendente al ser humano (metafísica), pero sí
una estructura dinámica entre las condiciones reales en que se mueve este ser de cada época y las ideologías de
la superestructura. Asistimos hoy a una disolución de la segunda de esas concepciones (la individualista), con la
consiguiente polarización de las actitudes en las otras dos: cristianismo y marxismo. Quizá el marxismo es una
prolongación del punto de vista racionalista transformado, a través del hegelianismo, de su versión
individualista a su modalidad totalitario-socialista. Así se enfrentan dos actitudes radicales, basadas en la fe en
Dios, en su ley y en su providencia, de una parte, y la fe en la razón y en la organización socialista del mundo,
de otra” (sic). La pugna continúa, mientras que “la conciencia comunista en masa, solo es producto de la
revolución social”.
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