Bajar documento - La nueva concepción de la historia

erótico Marcuse, del “marxismo crítico”, de la “teoría crítica”, de la “filosofía de la praxis”,
de la “dialéctica negativa”, del “marxismo desinstitucionalizado”, o sea, de toda esa corriente
parafernálica antimarxista, ética, subjetivista, especulativa, moralista, voluntarísta aventurera,
inscrita en la recuperación de la posición antropológico-filosófica del Marx de los Escritos
económico-filosóficos, que nada en concreto puede presentar como aporte real al cambio, pero
que sañudamente critican al “socialismo” real, a la unidimensionalidad tecnológica, al culto al
progreso (al desarrollo de las fuerzas productivas, de la ciencia y de la técnica) 728 .
La anteriormente incluida, es la gran vertiente hedonista especulativa que amenaza con
apropiarse del mundo en reemplazo de la ideología burguesa oficial, la que se ubica en el seno
axiológico de lo que se presenta como el gran dilema del futuro para la especie humana en el
mundo, la cual, se insiste, parte de la crítica mecánica, simplona, culturalista, de la
“civilización del trabajo”, positiva, tecnológica y unidimensional, a la que se hace
responsable, in abstracto, de la asimetría social, la pobreza, la afectación a la naturaleza; y la
que debe ser reemplazada por la civilización, la cultura Ethos barroco: valor de uso y deseo
(arte, buen vivir), que quita del centro de la importancia al ser humano y que plantea
convertirlo en instrumento de restablecimiento de equilibrio en los ciclos naturales (esta
revisión reaccionaria posmoderna del marxismo, se dice que es aporte a su actualización y
desarrollo). Su cuento es la crítica y el enunciado de superación del “marxismo dogmático”,
institucionalizado, partidista, de la barriga, del socialismo fracasado, superado totalmente por
la historia, por parte del vociferamiento de quienes se cruzan de brazos (luego de vociferar),
viven de la lengua y mueren dejando una herencia prolífera, abundante, de especulaciones
moralistas. Y, si en parte esta propuesta es loable; no obstante, la misma, puesta en el largo
plazo histórico y en el marco de los grandes propósitos de la inteligencia, es “negativa”, en
cuanto es el proyecto “ético” más frustrante para el devenir racional humano, el cual no es
otro que el avanzar de la inteligencia hacia convertir en “saber para sí”, el conjunto de la
realidad. Los hechos, sin embargo, trascienden el campo de captación de miradas
exclusivamente coyunturalistas, localistas y parcialmente psicologicistas: no hay conjuntos
diversos de caminos que se jalonean en la historia para el futuro, como sugieren los
impugnadores, por ejemplo, de Wallerstein (el impugnador es Echeverría); en realidad, la
historia-destino: ¡esta puesta! (es verdad que Wallerstein no atina a definir cuál es la forma
humana que viene –la cual es la de la democovivencia-, pero Wallerstein asume una posición
dialéctica en su pronunciamiento sobre el fluir humano: movimiento y cambio progresivo,
como debe ser y como la realidad lo demuestra).
Toda etapa nueva, de avanzada, en la vida, presenta adherida la connotación
“modernidad”; toda nueva etapa coloca en el cajón de la premodernidad a la anterior y en el
de la posmodernidad a la que viene. Si el rasgo unilateral para medir y catalogar una nueva
forma humana se reduce al desarrollo técnico y a los impactos que sobre las distintas esferas
de la existencia éste depara, el neolítico vendría a ser la premodernidad, la revolución
industrial la modernidad y el robot la posmodernidad (puede decirse, que la fisonomía de la
modernidad, en atención a las principales dimensiones estructurales del orden burgués, son:
economía-razón instrumental, ciencia-positivismo, técnica-mecanización, ideologíacosmovisión
totalizante, política-revolución, sujeto único del cambio). La posmodernidad
sugiere la idea de que ha muerto la modernidad; que un tipo específico de cambio,
estructuración y desempeño humano desapareció; que dichos rasgos no se recuperan,
conforman y definen el futuro. Pero: no es así. En lugar de la llamada posmodernidad, la
etapa (la onda larga histórica, como se piensa ver: “cultura global”, como estado que las
diversas variables estructurantes del ser de la humanidad toman al momento: en la economía,
Camino socialista: Rosa Luxemburgo. La revolución, el socialismo y la democracia; 2011- han ido más allá: el
“fracaso” del socialismo le imputan a que no se dio oídos a las recomendaciones de R. Luxemburgo).
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Posmodernidad, escenario neobarroco: mezcla ostentosa de formas; en lenguaje no artístico sino sociológico
clásico: articulación de modos de reproducción, fase en la que parecería no existir la forma que conecta, que
comanda el complejo, por lo que en escena se entrevé hechos de similar peso; por tanto, no habría ley,
tornándose la formación (la transición) indeterminada; lo cual: no es verdad, pues, es el “modo” de producción
tecnológico, el “éter especial que baña todos los colores”. El “… ethos barroco… no constituye una alternativa
por insuficiente (se queda en el pasado y, por tanto, no se conecta con las luchas sociales por la transformación
del presente)… hace falta conectarse con la estrategia socialista” (Una alternativa al ethos barroco de Bolívar
Echeverría. Samuel Cuéllar Arriarán). Ahora bien, tampoco dicha conexión es una alternativa, puesto que el
socialismo ya fue, cumplió “mal que bien” su papel en la existencia y ha sido “suprimido” por la historia; las
fuerzas productivas y las luchas subversivas, intelectuales, ciudadanas, tienen la palabra como opción.
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