Bajar documento - La nueva concepción de la historia

procesos, el movimiento material, crean el tiempo (¿Medir el tiempo?; ¡no!; medir el
movimiento, apelando como artificio al tiempo 455 . ¿El tiempo se ha detenido?; ¡no!; el
movimiento se ha detenido, el curso de una forma de vida se ha suspendido. ¿Atrás en el
tiempo?; ¡no!; atrás, en los procesos anteriores 456 ).
El “tiempo” es el artificio racional a través del cual la mente registra el movimiento
procesal de la materia en sus diversos estados ascendentes; es, en suma: una consideración
simplemente psicológica –un seudo reflejo- (la terminación de un proceso, su resultado
sustantivado y el inicio de otro, inducen a la mente hacia la formulación de la noción de
tiempo en la diferenciación de estados secuenciales de existencia y desarrollo de la materia).
El tiempo no constituye forma de realidad por sí mismo; el movimiento (conflicto de
polaridad inmanente), los procesos, los distintos estados condensados de la materia, se
refieren en él; el pasado existe como estructura material anterior (en muchos casos, el
recuerdo carece de sustento material fuera de la mente), el presente es el movimiento en curso
(la conciencia real), el futuro es la verdadera percepción contrario-óntica figurada del
movimiento por venir. El espacio es el medio inmanente: el atributo necesario en el
despliegue en su entera extensión de la materia; si a ésta se la cataloga como infinita, forma y
extensión (posicionamiento: forma relativa) son absolutas. El ser humano no es que existe en
el espacio y en el tiempo (en la analogía: como los gérmenes que viven en el interior del
intestino, suele decirse: tienen su propio espacio y tiempo –en estricto sentido, poseen sus
procesos inherentes, su propio movimiento, debería mas bien aseverarse); por el contrario: el
ser humano conforma la ontología misma, es parte constitutiva de la materia, goza de
movimiento, efectúa procesos en dirección –en exclusivo modo- del presente al futuro
(formas de movimiento, que se reflejan en la mente en la noción de tiempo; pues, no es lo
mismo sostener: “el tiempo ha pasado” –como si el sólo paso de tal artificio fuese la
causación subjetiva de los fenómenos-, que: “la vida ha transcurrido”, en este último caso se
quiere connotar, que los procesos han tenido lugar, que la materia se ha movido).
Por tanto, materia y movimiento constituyen la determinación real, se definen en su
condición esencial absoluta y relativa; espacio (la realidad desprovista de corporeidad
compacta: el espacio extraterreno, es el verdadero espacio teóricamente vacío; éste, al interior
de la tierra, no se encuentra vacío, pues, se compone –lo “ocupan”- de cierto tipo de
materia –masa- que por su “plasticidad” (o elasticidad) permite el despliegue y superposición
de procesos) y tiempo son, en esencia, mas bien formas de la simple dimensionalidad terrena:
la espacialidad y la temporalidad (estos parámetros se ubican en la línea de los medios, operan
como instrumentos de medida). Por ejemplo, es común incluir en el análisis del Universo al
espacio al cual se lo relaciona con el tiempo; no obstante, el tiempo no debe conformar la
estructura de determinaciones subjetivas en la evaluación objetiva de la realidad; pues, la
verdadera substancialidad lo constituye la composición dialéctica “materia-movimiento”
(desarrollo). En esa dirección, es plausible aseverar, que frente a dos hechos paralelos el
incremento en la velocidad del movimiento produzca la ralentización de los procesos por
incremento en la densidad e inversamente, en la reducción en la velocidad del movimiento,
cuarta –temporal-: el movimiento (no la categoría acientífica, especulativa, idealista de “tiempo”), tal como
plantea la portentosa, compleja, indescifrable Teoría M, generada en la mente de los súper genios, esto es, 11
dimensiones, con las cuales se dice que se compatibiliza las 5 versiones de las Cuerdas. En realidad, y dicho por
un lego, es decir, de quién simplemente da una opinión, existen tres dimensiones más el movimiento de la
realidad (de la materia compacta) y la conciencia, el cual ubica posiciones o lugares geométricos
tridimensionales. Luego, si esta especulación lógica es cierta, toda teoría que se sustenta en aquel vicio
epistemológico, es errónea., debido a que –según impugnación usual- está construida muy lejos de la realidad.
Por ejemplo, el magnetismo y la electricidad, son teorías válidas porque describen objetivamente los hechos
reales que están detrás de ellas, o sus modelos matemáticos son la representación de los hechos. Las teorías
micro y macrocósmicas, son lucubraciones logicistas, expuestas en lenguaje matemático, que quizá constituyan
la representación de los hechos fácticos, de los cuales pretenden ser su conocimiento. El problema es, que para
predecir en dichos ámbitos, se necesita conocer las leyes de estructura y funcionamiento del Universo y disponer
de información sobre la existencia devenida de él. Y, eso es complicado de conseguirlo recurriendo a los
métodos convencionales de la modelística experimental terrena (de hecho, cada vez son más grandes los
ciclotrones).
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También el “perfecto” Trotsky (para sus epígonos) yerra en esta parte; en un texto suyo (En defensa del
marxismo) se puede leer: “Pero todo existe en el tiempo y la existencia misma es un proceso ininterrumpido de
transformación; el tiempo es en consecuencia, un elemento fundamental de la existencia”. “Excelente” la
conducta de este “genio”: ontologizar el tiempo.
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A propósito: no es el tiempo el relativo, como equívocamente observa Einstein; es el movimiento, que se
refleja en la noción “tiempo”, el relativo.
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