Bajar documento - La nueva concepción de la historia

interrogación que abre este subnumeral, para la humanidad en el largo plazo en el que se
despliega su completa misión como especie inteligente, esta vez el azar ha perdido fuerza: el
ser humano ha pasado poco a poco de modo creciente a comandar su vida, su existencia social
y el entorno más externo y de amplio aliento, asegurándose que ningún evento fortuito pueda
interponerse letalmente en su camino, esto es, que sea capaz de bloquear el cumplimiento de
su objetivo esencial, superior y definitivo: realizar lo que sólo el ser humano sabe y puede
hacer: producir conciencia (y si este objetivo no es alcanzado, el curso humano habría
quedado trunco y su razón letalmente mutilada; de allí que el desarrollo del conocimiento y la
técnica debe avanzar aceleradamente, de modo de poder controlar incluso la casualidad en el
movimiento del Universo). La previsión de Lenin se ha convertido en realidad: la guerra se ha
tornado tan destructiva, que se ha vuelto imposible (Lenin: diálogos con Krupskaya).
Este último viene siendo el conjunto estructurado de visión-“estrategia” (la finalidad)
en el “organigrama” espiritual de la especie, en el que las funciones de la mente la elevan de
la condición humano-racional hasta la muy prometeica condición divina; y, meta sin la cual,
la inteligencia, el ser humano, la conciencia y su devenir (las guerras, el poder, la hegemonía),
no tendrían sentido alguno (“todo lo necesario es racional”), en la cadena ascendente de los
procesos azarosos del Universo. En el fondo, el triunfo de un segmento humano sobre otro
(del poder sobre el pueblo o de éste sobre aquel, del conquistador sobre el conquistado, del
fuerte sobre el débil) no sería mas, que el que ocurre entre el león y el impala o la huida y
puesta a salvo del impala frente al fracaso de la leona, la que ve puesta en riesgo su vida y la
de su grupo; sólo ascendiendo a la “condición divina”, el ser humano reivindica todo su
pasado azaroso, bárbaro, de sometimiento, de inocencia y establece la diferencia frente a otros
seres vivos con los cuales cohabita en el planeta. Ahora bien, estas aseveraciones se hallan
penetradas de su propio carácter histórico, de su devenir en doble sentido: ellas serán
rebasadas por el nuevo marco de pensamiento adosado a las generaciones que vienen; y, en
vista de que “las palabras no deben ser aceptadas sin ser cuestionadas” (la primera regla es
concluyente; sobre la segunda, no es necesariamente fatal, puesto que a todas luces ella es en
exceso especulativa, pues, la verdadera búsqueda de racionalidad en todo discurso se
corresponde, mas bien, con la permanente confrontación de las ideas con la realidad: el
encuentro de univocidad de ésta con aquella, disintiendo, por supuesto, con el criterio al
respecto, del señor R. Lanz).
La premisa general que columbra todas las ideas vertidas en este escrito, es la
siguiente. La historia: ¿todavía es un conjunto de rutas abiertas, de posibilidades, de opciones
a elegir “libremente”, por consenso, por el poder o como resultado de la lucha de clases?; o,
¿ésta, está ya determinada, marcada, definida; y, frente a la cual al ser humano solamente le es
facultado acceder al conocimiento de este “guión” y de someterse a él, realizando su papel
con la dignidad de proceder con conciencia, de manera eficiente, con calidad y calidez, y
excelencia? Si se mira en la trama general de los hechos materiales, la historia siempre estuvo
predeterminada y determinada, no en sentido metasubjetivo, sino en términos metaobjetivos
(del resultado de la acción recíproca óptimamente coadyuvante de las propiedades de la
materia). Dichas propiedades han operado como impulsos progresivos productores de
gradaciones siempre en forma ordenada y ascendente al interior del devenir material (los
procesos permanentemente encuentran un camino; “Dios no juega a los dados” (tampoco el
poder puede simplemente destruir a la humanidad por venganza, por despecho, por
impotencia); la tendencia media –los mínimos cuadrados- se abre paso entre múltiples hechos
azarosos: la ley –en este caso, siempre como determinación del desarrollo): movimiento
físico-mecánico a movimiento químico, al biológico (célula –“organismo” unicelular-,
tejido, órgano, sistema, cuerpo –organismo pluricelular-: plantas, animales, primates, homo
sapiens), a la inteligencia: pensamiento, conciencia, razón (formaciones sociales preclasistas,
clasistas –esclavismo, feudalismo, capitalismo- y postclasistas: el comunismo): dominio
intelectual del Universo (conciencia de la necesidad; de este modo, dicho sea de forma
incidental, la necesidad del comunismo queda científicamente fundamentada).
¿Cómo puede adelantarse una conciencia a “probar” una hipótesis sobre un hecho por
venir, modelado lógicamente en el presente? Mientras mayor número de variables entren en
escena (necesidad), más apoyo tiene la predicción (determinación) de llegar a ser verdadera,
puesto que el sistema complejo es más difícil que falle, en la medida en que el mismo se
sostiene y reclama con necesidad a cada una de sus partes. Una niña que nace sana, su ser en
estado abstracto goza de los factores internos y externos para realizarse como madre de
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