Bajar documento - La nueva concepción de la historia

los hay; y el partido victorioso, si no quiere haber luchado en vano, tiene que
mantener ese dominio por medio del terror que sus armas inspiran a los
reaccionarios… Así pues, una de dos: o los autoritarios no saben lo que dicen, y en
este caso no hacen más que sembrar la confusión; o bien lo saben, y en este caso
traicionan el movimiento del proletariado. En uno y en otro caso, sirven a la
reacción.
Es verdad, que no debía olvidarse que “Para Lenin el orden estatal soviético es la
dictadura del proletariado la cual implica una democracia proletaria que plantee su propia
‘extinción’”; por tanto, que la “democracia” proletaria debía plantearse en cada fase nuevas
tareas constituyentes de su autoanulación; no obstante, la cruda realidad condujo al cambio de
sentido de esta determinación (la “institucionalización de la revolución” -sic), aplazando su
sentido normal, hasta que sean arregladas las contradicciones reales. Huelga decir, luego, que
si bien estas ideas de “defensa” de Stalin, pueden parecer ilegítimamente justificatorias, las de
los que lo condenan, son mucho más abstrusas, puesto que apelando a la conciencia viva,
rebuscan argumentos simplemente “racionalistas”, y en cuanto aparecen como brujos en
sentido inverso: creen que lo “mal” hecho por Stalin, pudo haber sido bien hecho por ellos
(así proceden, por ejemplo: Cecilia Feijoo y Gastón Gutiérrez, en su documento: Una crítica
a la interpretación de Zizek sobre Lenin: Zizek y su Lenin posmoderno).
Profusas inculpaciones, siempre contra Stalin, se han realizado con el fin de hacer
daño a toda la ideología proletaria, sobre todo en relación con el proceso político registrado en
el ex Bloque Oriental in abstracto. El Estado capitalista (la maquinaria represivo/hegemonía
de la clase burguesa) se destruye por parte de la clase obrera apropiada de ese aparataje,
convertida en sujeto-dictadura, afirma la doctrina política proletaria; el Estado socialista, en
cambio, se extingue. Esta última alusión suele tener una brutal recusación, por parte de
quienes sostienen que el Estado proletario presidido por Stalin, no solamente que no dio
muestra alguna de extinguirse, sino que mas bien se consolidó, se volvió perdurable y fue
puesto a la orden de un dictador (bien se ve, que tales impugnaciones se corresponden con la
visión que proviene del interés egoísta y cobarde burgués, puesto en términos de los
parámetros categoriales inherentes a dicha ideología). Ese es un peregrino, ruin y muy
simplista punto de vista sobre los verdaderos hechos, pues, el mismo jamás tuvo en cuenta las
condiciones concretas en cuyo interior ocurrieron los episodios (el escenario más pesimista),
lo cual le resta seriedad y respetabilidad; en verdad, el proyecto emancipatorio revolucionario
comandado inicialmente por Lenin y continuado por Stalin, se habría hecho realidad en su
totalidad y de modo prístino, si la ex URSS no hubiese experimentado directamente la acción
de los efectivos componentes de la conspiración restauracionista monárquica interna, la
guerra contrarevolucionaria y con las potencias vecinas (la Paz de Brest-Litovsk), la Segunda
Guerra Mundial, el revisionismo, la conspiración externa y la Guerra Fría; es decir, que
solamente dados los episodios en el interior de un escenario plenamente optimista, la tarea del
momento: la edificación socialista se pudo dar en toda su magnitud y el Estado habría
iniciado su extinción (no hay que hablar de memoria).
En realidad, se necesitaría realizar un trabajo similar al desplegado en la producción
del presente documento, para poder reflejar en datos reales, las ejecutorias de Stalin, en el
transcurso de su prolífera vida, como revolucionario, como teórico de la edificación socialista
y táctico-operativo en la organización de dicha realidad; personalidad no ecléctica en sus
opiniones teóricas o políticas, radical, determinada, quién –como comunista- jamás atacó a
país extranjero alguno, puesto que consideró que las cuestiones internas deben ser resueltas
por los pueblos en su seno. Empero, en la historia malévola, se advierte una marcada
proximidad entre el concepto que se han hecho y difunden de Stalin la visión capitalista,
imperialista, idealista, religiosa (en los diversos documentales y escritos, que profusamente
construyen y divulgan) y los trotskistas y seudo marxistas en general (todos, al imputar los
supuestos horrores del comunismo post leninista a Stalin, de modo parroxista descienden al
fango intelectual de utilización del criterio subjetivista burgués, de la determinación de la
individualidad en los procesos humanos) 1779 . De modo que, ciertos escribas panfletarios –por
1779
Personajes que, con información y talentos limitados, pero sí con gran dotación de perversidad hablan
pestes de Stalin (del principal dirigente “en la idea más grandiosa de la historia”); afortunadamente se está
produciendo un “deshielo” antiestalinista, que permite ver a la persona y a la circunstancia con mayor
racionalidad, como es el caso de Pablo Huerga Melcón, quién, en la revista EL CATOBLEPAS, en Internet,
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