Bajar documento - La nueva concepción de la historia

cerrarse). Género dado, en suma, en el interior del cual, de manera coetánea, perviven, operan
y experimentan dificultades las formas de acumulación, concentración y centralización del
capital, con las antiguas aspiraciones de liberación de los oprimidos, en ascenso. Estas
demandas, en la actualidad, propenden realización mediatizadas de modo racional, merced a
la pervivencia del planteo declarativo de las formas sociales (los vestigios de la práctica
proletaria y socialista), que pretendieron moverse (y que efectivamente se mueven –hasta hoy:
finales del 2010-: Cuba) en un estadio superior, en relación con el sistema burgués de
reproducción de la existencia humana. Este diagnóstico es superficial y aproximado; por
tanto, huelga poner interés respecto del mismo, en remarcar cierto hecho fundamental en los
dominios teóricos del pensamiento: en el enjuiciamiento sobre las ideas inmediatamente
expuestas –como en torno de las hipótesis que pueblan el documento en general- no debe
enfatizarse sobre el grado de su fundamentación empírica, en la precisión en el análisis o en el
nivel de rigurosidad alcanzado en la fase demostrativa, sino, mas bien, la monta es propio
ponerla: en relación con el grado de coherencia y de imperturbable seguimiento en una sola
dirección exhibidos en el discurso (su demarcación ideológica), en el cual se empotran
argumentos lógicos, que han visto la luz.
Acto de “cuento de Hadas” en plena posmodernidad, vendría a ser, que en un mismo reino
se pudiese realizar el deseo, que tanto los restos del poder económico planetario como el del ideal
revolucionario marxista (y de otro orden) tienen respecto del porvenir: el primero, aspira volver
eterno el “sistema-mundo”; el segundo, ansía el retiro inmediato del último y pequeño tramo del
capitalismo del escenario vivo. Empero, el modo de realización de la “forma inteligencia” de la
materia, presupone carácter regular inmanente, el cual define el papel del factor subjetivo en él;
merced a ese atributo de la realidad, asume índole de premisa necesaria, para cualquiera de los dos
casos, para el pensamiento y la voluntad, considerar el nexo entre las fuerzas productivas y las
relaciones sociales de producción, pues, si es negada la base objetiva del movimiento humano, las
aspiraciones, sean conservadoras o revolucionarias, se tornan simplemente retóricas e imprácticas.
En primer lugar, no es posible conseguir el fin reaccionario, puesto que un anciano, que vive sus
últimas horas, carece de horizonte frente a sí, como no sea para realizar los últimos arreglos como
preludio a su partida (concretar la robotización de la vida), en segundo lugar; para las fuerzas que
anhelan la trastrocación real de los hechos, incluso en el presente (2008), en las penumbras
vespertinas de la formación humano burguesa, como continuidad en el determinante avance
realizado por la Revolución de Octubre y por las luchas populares, no es dable todavía coronar la
cima, aun encontrándose a pocos metros de ella (para las intenciones del burgués, la realidad ha
dado el primer paso sobre una ruta sin retorno; para las de las fuerzas innovadoras, el capitalismo
tiene que llevar a término el proceso de automatización, por lo que debe respirar unos días más).
Lo que es posible hacer hombro con hombro por parte de los dos sectores (el que deja la historia y
el que la asume), es poner a los agentes de la producción real en la conducción de los procesos
político-administrativos del mundo, supeditando, de este modo, a la economía financiera, de
manera que la ciencia y la técnica continúen su progreso y completen su proceso.
Si se desea marchar de forma sinérgica con el desarrollo de las modernas fuerzas
productivas: la ciencia y la técnica (de modo de no volver a ser marioneta de la historia), debe
propenderse el cambio de sujeto en el proceso económico y no seguir cifrando interés en
reemplazar el modelo de política económica predominante (liberal monetarista) como acción de
arreglo de los problemas, que acusa la reproducción regresiva, saliente, del capital, los cuales
impactan en la sobrevivencia general de la especie. No es dable, por tanto, persistirse en el
discurso que cuestiona el esquema de política económica en vigencia en muchas de las
neocolonias que tienen dependencia directa de las multilaterales; tampoco es apropiado plantear la
sustitución de dicho patrón por uno nuevo; la medida correcta se encuentra de lado de la directiva
con la cual impedir, que la toma de decisiones y la gestión económica esté en manos de los
mismos actores políticos (técnicos del stablishment) representantes del sector financiero bancario
(éstos, si se consigue la aceptación de la sustitución de modelo –contrario para ellos- burlarían su
aplicación y se mantendrían operando –como, en efecto: lo han hecho- con el esquema favorable a
los intereses que representan, manteniéndose la crisis); si se cambia de sujeto, éstos pondrán en
vigencia un estilo de desarrollo acorde con los requerimientos de la producción, de la ciencia y de
la técnica y de la moral apoltronadas en las instancias sobre todo de aplicación de las decisiones,
gestionarían el proceso, lo mejorarían y lo sostendrían (dígase de paso, que la cuestión radica en la
simple cavilación en torno de si se debe pugnar por destruir del todo al capital productivo o aliarse
a él para respaldar el cumplimiento de su función, merced a lo cual cuajaría el acto supremo de la
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