Bajar documento - La nueva concepción de la historia

una nueva ley se ha ido creando en la historia, la cual determina la conducta presente del
género: el hedonismo, por ejemplo, se ha vuelto una componente esencial entre las que
precautelan la existencia; el nuevo “actor” en la historia: los pueblos, no desean la guerra,
la confrontación, el peligro, el dolor; más bien propenden el diálogo, la paz, el placer, la
colaboración, ser en lugar de tener; por tanto, el belicismo del poder: enfrentamiento de
pueblo contra pueblo (o del pueblo con la robótica bélica), no está más en la línea de actos
que admite el “constituyente” (la guerra: el negocio y la determinación propios del sistema
capitalista, puede ser lanzada por parte de los poderes imperiales –de los ejes conflictivos de
reproducción inestable sistémica-, pero los pueblos habrán de oponerse, bloquearán, al
inicio de las incidencias, todo nuevo proyecto de carnicería de los pobres en el planeta).
El proletariado (hermoso sujeto histórico: encargado de crear la riqueza material y
espiritual –también los seis científicos [y otros] proponentes de la “hipótesis de Higgs”, han
trabajado por un “salario”-, y de forjar el mundo nuevo) ha salido de la historia dejando
instalada en la esfera terrestre la guerra total de clases contra el “Imperio invisible” (dixit
Daniel Estulin), pero con el 95% de la balanza inclinada hacia las demandas de la historia.
El “objeto material”: la humanidad, está ya entendido completamente; el “objeto material”:
conciencia, tiene su representación conceptual razonable (el funcionamiento cerebral está
descripto en forma integral y teórica –Philippe Panchout: El funcionamiento cerebral); falta
completar la idea sobre el “objeto material” total: la estructura del Universo, su forma de
funcionamiento (la quinta interacción: la Relatividad con la Mecánica Cuántica), en torno de
aspectos atinentes a su origen al interior del proceso reiterativo infinito material general, a
su “tamaño” (en verdad, si ésta como otras nociones responden a propiedades de los hechos,
o sea, si la misma no es más, que un prejuicio de la mente que hoy procura representarse el
mundo), la conclusión del ciclo en el marco de la hipótesis pulsátil, pero, sobre todo, la
pregunta crucial: ¿por qué existe la materia?; estos últimos son aspectos, es suma,
integrantes del campo restante de la ciencia, del futuro de este quehacer esencial, lo cual
implica el reto, la razón, el tramo en que tiene ocupación la inteligencia (“fin de la ciencia”
–dixit John Horgan) para producir la simbolización completa de la realidad (el saber
absoluto).
La idea general, puede presentarse del modo siguiente: el ser humano debe coronar
su obra en la ciencia y la técnica con el arribo a la producción compuesta de sí mismo: la
persona artificial; el dispositivo es la inteligencia. Al tener lugar el suceso, la promoción
humana de ese entonces, se enfilará a descubrir la verdad sobre la entera realidad. Entre
tanto, una cuestión “pequeña” más, queda por atender a la humanidad en la coyuntura:
sepultar completamente al más portentoso modo de producción desarrollador de las fuerzas
productivas: el capitalismo, una vez que en su interior casi ha concluido el proceso de
automatización y cuando cierto sector de la población sabe que debe completar esa misión, si
el capitalismo no lo concluye o por cuanto la razón le dicte oponerse a que el sistema con ese
objeto siga mortificando a la población, afectando a la naturaleza y bloqueando el desarrollo
del espíritu; el mecanismo, esta vez, es la dinamia del propio proceso económico y la decisión
de la población de transformar la realidad. Luego, la vida ingresa en la fase del verdadero
“entretenimiento” (el trabajo epistémico): integrar la nueva información sobre el mundo
generada de modo automatizado y proveerla de sentido; tarea a darse en un ambiente de alta
racionalidad, madurez psicológica y frugalidad. Concluida dicha labor, no queda más qué
hacer, como no sea el atreverse a decidir sobre uno mismo: los instrumentos se inventan, se
mejoran, siempre que haya necesidad, que aparezcan nuevas o que las consabidas se
incrementen cuantitativamente por aumento vegetativo de la población; por ejemplo: si ya no
hay quién se siente en una silla (incógnitas sobre la realidad), el carpintero (humanidad), la
sierra (inteligencia), la madera (el substrato de la representación), no tienen sentido; eso
ocurre (ocurrirá) con la conciencia, con el robot, con la materia.
Ahora bien, las notas concluyentes contenidas en el escrito en trámite han permitido
–por lo menos- advertir –ya se ha dicho- la “verdad de uno mismo” y encontrar paz
existencial. El presente, por lo mismo, es una monografía teórica seria; pues, no se puede
proceder irresponsablemente a comprometer al marxismo: la doctrina científicorevolucionaria
más rigurosa, frugal y objetiva, con simples especulaciones. Luego (y ya ha
pasado), a simple vista, si se lee a la ligera o en forma parcial el contenido de este
documento, el mismo aparecerá como una simple “ficción”, una impostura e, incluso: un
dislate presto para inmediatamente generar reacciones de animadversión e iracundia de
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