Bajar documento - La nueva concepción de la historia

divorcios 1197 , en la práctica sexual como acto normal sin compromiso entre amigos. Una
persona materialista, atea, según su moral (la comunista), está de acuerdo con la noción
religiosa cristiana de la fidelidad, de la monogamia y sobre la familia nuclear, pero no por
razones bíblicas o por argumentos religiosos o burgueses; se está, en virtud de que el
pensamiento que proyecta el futuro respecto de los grandes objetivos humanos, vuelve simple
y hasta trivial todo placer y, de él: la sexualidad, cuando ha sido reducida a elemental
consumo, marginado de la reproducción. En la actualidad y, sobre todo, en el escenario por
venir, todos los Mandamientos (las antiguas y las nuevas leyes) son violadas, pues, son
principios de actuación diametralmente opuestos a la conducta del mundo, que se afinca. Es
claro que solamente con la abolición de las estructuras clasistas, parte de tales preceptos
alcanzarán terrenalidad, al haber perdido piso la matriz, tanto de esas reglas como de la
conducta inherente a su violación.
Gente ilusa: evangélicos, católicos y de las demás religiones llamadas monoteístas, se
creen con autoridad para pronunciarse de modo autoritario sobre la vida humana, piensan que
deben regularla apelando a puras habladurías. Toda esta gente prepotente, que supone que
tiene la verdad y que está facultada para evaluar la conducta, censurarla y prescribir reglas de
modo omnitemporal, considera que el sexo, por ejemplo, no puede ser practicado antes de
haber alcanzado la mayoría de edad ni fuera del matrimonio (la norma históricamente
estatuida, responde a la penetración de la determinación clasista -esclava, servil, burguesa- en
la forma de ver y otorgar función al sexo); cuando, en realidad, individuos maduros
sexualmente (13 años en la hembra y 14 en el macho) deben iniciar de modo espontáneo y
libérrimo la copulación, puesto que los órganos sexuales plenamente desarrollados no deben
estar simplemente de adorno; y la mujer: ya presiente el hecho relativo a su manipulación
como objeto sexual (la virginidad), lo que ha conducido a que por un simple acto de la mente
y de la voluntad (el dictamen personal; naturalmente, cuando ya las nuevas regularidades de
reproducción de la existencia material lo posibilitan) la realidad ha sido modificada: quién ha
convertido en objeto de posesión a la mujer ha sido transformado en instrumento de disfrute
por parte de la moderna mujer, en el momento en el que ésta elige a quién debe proveerla
placer (el poder de la ideología contra el poder de la ideología en diferentes etapas de
desarrollo material). El Vaticano hipócrita (y el luteranismo y sus derivaciones, no menos),
comensal y servidor del poder, que vive el boato (quienes incluso han dispuesto mentir a sus
miembros en aspectos sensibles a fin de salvar a la secta), se ha vuelto a entrometer, sin
escrúpulos, en decisiones de los laicos. En realidad, estos señores pueden realizar injerencia,
pero en el grupo de los convencidos. Hoy (año del Señor: 2008 –finales), de modo
como se hallan acostumbrados por una actitud reiterativa en el Medioevo, en el fatídico
oscurantismo, a persistente, sistemática y prepotentemente a sancionar los actos ajenos, se han
pronunciado en contra de la píldora del “día después” (afortunadamente ya no tienen
templarios), de la manipulación genética humana, del ensayo con embriones. Deberían, más
bien, preocuparse de sus pecados: de la vida excedentaria de ciertos “hermanos” ubicados en
niveles de privilegio, de sus riquezas mal habidas, de su hipocresía (doble discurso: en la
palabra, ponerse de lado de los pobres; en los hechos: conducta complejamente de derecha) y
connubio con el poder; en suma: deberían interesarse por la expiación de sus pecados y de su
salvación.
En lo concerniente al tema, esta traslación mecánica de la cosmovisión bíblica europea
por parte de la misión conquistadora sobre los pueblos de Oriente (de Hispanoamérica)
producida en la época colonial, constituyó una grosera yuxtaposición (¡quién les dio la
potestad a estos ofrecidos –tanto como a los actuales- de entrometerse en la vida de los
otros e intentar conducirla –supuestamente convirtiéndoles en “hijos de Dios”, por la “gracia
de la creencia en El”; mediante la oferta demagógica de “sentarles a la diestra de Dios Padre a
cambio de la sumisión, la obediencia y el silencio”- con sus estúpidas creencias extraídas de
la Biblia, de otros textos llamados “sagrados” o de los también denominados “profetas”?;
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La “mala práctica” del divorcio se está ampliando de la edad madura (40 años), pasando por la juvenil (20
años), hasta la mayor adulta (60 años en adelante); se explica, en este último caso, que el hecho se debe a la
incompatibilidad que se ha ido creando a lo interno de un matrimonio normal en el lapso de su desarrollo: de
pronto se encuentran con el “nido vacío”, la pareja se vuelve a encontrar en calidad de desconocidos luego de
haber participado en el proceso de formación de las nuevas “unidades de inteligencia”, puesto que en ellos se
han producido cambios fisiológicos (climaterio femenino/masculino, rasgos fisonómicos de la vejez,
perspectivas diferentes ante los tres momentos de la vida: lo que fue, lo que es y lo poco que viene,…).
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