Bajar documento - La nueva concepción de la historia

la realización forzosa de designios divinos. Ahora bien, “en términos de opinión seria”: ¿cuál
es la razón de la existencia humana, para que ésta no sea como la “de los monos en los
árboles? La respuesta parcial reside en una elucubración ligera: en una “simpleza”, o sea: la
realización exitosa del reto cognitivo “impuesto” por la materia a la conciencia, es la clave. Se
dirá, que la que antecede: ¡no es respuesta!; empero esta vez: ¡sí lo es!
En efecto, si la conciencia debe poder con el “ser”, la progresión subjetiva es una ley y
una misión (en esta concepción muy bien pueden ser reemplazados los términos: materia,
Universo, realidad, por el de Dios –es decir: acercarse a posiciones del Deísmo- 824 ; lo que no
cabe es el prejuicio en torno de pensar, sobre la intromisión de Este en los problemas de los
seres humanos –o sea: otorgar crédito a las posiciones en dicha materia del Teísmo-, pues, las
formas concretas de vida, tienen su causación y resolución en su inmanencia: en sus
contradicciones internas) 825 . Mírese un hecho concreto. La sociedad que viene es la de la
Química, de la Biología, de la Ingeniería Genética, de la clonación, de los “transgénicos” y
demás prácticas progresistas del intelecto –se dice-, a pesar de que estas disciplinas y de que
esta tecnología sean actualmente aberrantes en su desempeño en el marco del esquema de
relaciones sociales burguesas a la mano, esto es, que se encuentren sometidas exclusivamente
al interés del poder; en verdad, todos los progresos devienen atávicos en el actual estado
burgués de cosas, luego: los mismos perderán su status contrasocial y pasarán a servir al
propósito superior en el que se inscribe la potencia de la esencia colectiva del ser humano.
Estas ciencias (particulares), sin embargo, es posible que se hallen cerca de su límite 826 ; la
Filosofía: ¡no!, pues, las grandes hipótesis (las cuatro leyes físicas que mueven al Universo y
el proceso de formación y movimiento mecánico-orgánico hasta la conciencia) deben ser
transformadas en teoría (en verdades coherentemente demostradas): esa es la misión de la
futura comunidad científica (si se asume que toda está dicho ya: “… algunos físicos de
partículas esperan que, en lugar de experimentos terrestres, encuentran confirmación de sus
teorías mirando a través de los telescopios en dirección a los confines del universo.”; o
viajando a través de él), mediante la operación de una mejor capacidad neuronal, de la
inteligencia artificial (Blue Brain, compupensamiento), de la prolongación de la vida, del uso
de las propias fuerzas de la naturaleza y de la creatividad 827 . En ese sentido, toda pretendida
necesidad de obviar los viajes siderales (“Aventurero”) se hará realidad solamente en el caso
de que se pueda generar todo el conocimiento en el interior de la tierra, del sistema solar, de la
galaxia, de la nebulosa, de la vía láctea, de la constelación o del Universo óptimo.
El ser humano que conquiste el Universo bien se ve, que no es el del “valor de uso”
(tanto peor según la reconceptualización, que sobre tal categoría ensaya Bolívar Echeverría:
“valor de uso y utopía”), del “excedente” socialimperialista (aunque lo hubiese sido con el
“excedente” socialista; no se olvide, que el primer ser humano en el “espacio”, lo puso el
socialismo de José Vissarionovich: proeza alcanzada con sustento en el honor, por orgullo del
nuevo “homo espiritual” en formación, por valentía, en competencia cerrada con el imperio),
el de la “solidaridad” in abstracto, de la “olla colectiva”, de las “eras incásicas”, del
“calendario chino”, de la “minga”, de las formas “culturales” anacrónicas, del Sumak Kausay,
824
Esa concepción define un Ser que abarca todo, incluso a los procesos, en su pura inmanencia: en su
autodespliegue, en su autodesarrollo; no un Ser, que opera fuera de sí mismo; por tanto, la idea se inclina más
hacia la percepción panteísta.
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El sentido de la vida pasa a depender de metas cumplidas en el área cognitiva; empero, no es el momento
para que el ser humano en general comprenda todo, no está preparado para asimilar psicológicamente ese
instante de modo como fue la hermosa pretensión audaz de Einstein (diríase, que la mayoría de la población
incluso en la actualidad no se halla en condiciones tan siquiera para representarse dicha posibilidad); además,
¿para qué sirve la conciencia si todo está comprendido ya? Luego de conocerlo todo, el ser humano cae
fulminado al instante (en ese sentido, produce envidia el status de modesto grado de desarrollo en materia de la
ciencia y de la técnica de ciertas subculturas comunitarias vigentes en el planeta: su estado de inconsciencia,
éstas encuentran sentido y felicidad en su vida, en cosas nimias: en el proceso simple de satisfacción de las
necesidades espirituales, por debajo de los niveles de racionalidad de punta).
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Horgan, John. El fin de la ciencia: los límites del conocimiento en el declive de la era científica. Paidós;
Buenos Aires, 1998.
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En el 2011, frente al boom del desarrollo de la ciencia y de la técnica en materia genética, muchas personas
se preguntan, en cierto modo decepcionadas: ¿para qué se quiere prolongar la vida de 85 a 150 años? Se
podría responder 1) para que se alargue la existencia de la masa de inteligencia estructurante del poderío de la
conciencia de manera de garantizar la producción intelectual del mundo, 2) por simple deseo de oponer (o
aladear) a la ley de la muerte, una que permita extender la existencia, para asistir un momento más a su
espectáculo o 3) para disponer del quantum de vida, a fin de alcanzar a formarse el concepto más completo de
la realidad que se ha vivido, antes de retornar al estado inconsciente de la materia (por ahí es la cosa).
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