Bajar documento - La nueva concepción de la historia

progresiva y seguramente se filtra por toda la sociedad burguesa, y la modifica a imagen y
semejanza del modelo abstracto propuesto por la concepción marxista de la historia.
La Universidad es la estructura institucional (superestructura) espiritualmente más
auspiciosa creada por el ser humano como ser social, en el marco de la promoción sin límites
de la racionalidad; en ella, se concentran todas las esferas de la praxis humana: producción,
institucionalidad y normatividad, e ideología. Producción de pensamiento y tecnología,
regentada según principios superestructurales de sustentabilidad sistémica, reproducción
subjetiva, distribución y consumo de ideas (gestión), de manera simbólica. La Universidad ha
sufrido cambios promovidos por su propio curso, como cuerpo con vida; pero ha sabido
receptar las modificaciones que el entorno la ha inducido. La Universidad es el aparato
moderno, orgánico, en el que las sociedades clasistas realizan el pensamiento. En la forma
conflictiva superior del período clasista de la humanidad, la Universidad ha sido privatizada,
es decir, fundamentalmente convertida en politécnica. Este “aparato ideológico de Estado”, ha
cumplido su papel en el seno de la forma social, que la acreditó y, ahora: debe perder su ser,
una vez que el sistema del cual fue un órgano suyo, deja la escena de los vivos.
La Universidad en la historia de los modos de producción clasistas servil-señorial y
burgués, en estricto sentido ha debido desempeñar tres papeles: formar la conciencia de la
juventud por ruta sistemática (lo que se conoce como educar); formar el “recurso” humano; y,
penetrar en el conjunto social con su pensamiento y acción. Es verdad, que por su propia
naturaleza y por injerencia de las necesidades sociales, dichas funciones han debido reclamar
la admisión de otra función: la investigación en el plano científico y tecnológico. Mas, cuando
la acción y el pensamiento se están llevando por sucedáneos suyos producidos de modo
artificial, y una vez que el trabajo es pasado a “manos” de las máquinas y cuando el saber se
halla convirtiéndose en patrimonio virtual de la especie toda, la “sociedad” no reclama ya con
urgencia el talento humano, mientras que éste puede formar su mentalidad en el seno del
colectivo de modo electrónico. Concluye la larga fase de reclusión de los individuos
especialmente púberes y adolescentes, en cárceles especializadas de reproducción del patrón
de pensamiento dominante, modelador de la personalidad. De manera que, todo empeño en ir
hacia reformas que prolonguen su vida (la de la Universidad), es inocuo. Incluso la misma
intelligentzia del poder, esto es, la corriente denominada “Singularidad tecnológica”, sostiene
que “la universidades serán irrelevantes”. En efecto, de similar modo como el aparataje
empresarial de conformación masiva de la conciencia de la población a imagen y semejanza
de la subjetividad del poder: los “medios de ‘comunicación’ social”, asumen cada vez más el
papel de representantes políticos de los grupos de presión financiero-bancario en reemplazo
de los clásicos partidos políticos, en adelante, los medios de difusión masiva, dan un colosal
salto y se transforman en “medios de educación”. De manera que son proactivas las acciones
de sectores, que se plantean profesiones en el frente de la “educomunicación”.
Mientras todavía haya cómo, la Universidad, en la perspectiva de izquierda, puesto
que esa institución burguesa de todos modos está allí, debe ser supuesta (en el ejercicio
mental) como un “Estado dentro de otro Estado” (extraterritorialidad, “zona franca” de
pensamiento, “Embajada” de la ciencia), pues, no puede el pensamiento: su consumo,
generación, distribución y uso (gestión), hallarse coartado por tipo alguno de amarra. La
Universidad jamás debe ser funcional a nadie que no sea el propio pensamiento y el
despliegue de la esfera espiritual de una colectividad. En su seno se producen, por lo mismo,
los más incruentos e, incluso: cruentos choques, porque las ideas se defienden inclusive con la
vida, como suele sostenerse. La Universidad debe ser el “Parlamento del pensamiento”: uno
de los poderes (no de las “funciones”) del Estado, que goce a sus anchas de todas las
prerrogativas. Su destino y razón, es histórico y social. Si un pueblo la banaliza, la degenera y
la destruye, esa es una opción; si, por el contrario, la cuida, organiza y la pone en la cima, esa
es otra.
¿Y sobre la crisis?
Entiendo que Ud. se refiere a la crisis económica de entre siglos.
Algunos dicen: “de civilización”; lo cual tiene poco sentido, pues, tanto los críticos del
sistema capitalista como otros sectores de la humanidad se hallan en pie y abogan por los
eventos positivos que vienen; luego, dichos actores de la historia no se hallan en crisis.
En realidad, es una crisis y no lo es.
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