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it-eso-stephen-king

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empezaba a pensar en que todo hubiera sido unaalucinación cuando el dolor volvió a herirle losojos, profundo e insoportable, haciéndole dar ungr<strong>it</strong>o ronco. Una chica bon<strong>it</strong>a que iba caminandodelante de él con la vista perdida en las nubes,soñadora, se volvió a mirarlo y, tras unamomentánea vacilación, se acercoapresuradamente.—¿Se siente bien, señor?—Son mis lentillas –dijo él con voz tensa–, mismald<strong>it</strong>as lentillas. ¡Oh, cómo duele!Levantó los dedos tan deprisa que estuvo apunto de metérselos en los ojos. Mientras bajabalos párpados, pensó: "No voy a poder parpadearpara sacármelos, <strong>eso</strong> es lo que va a pasar, no voy apoder y seguirá doliendo, doliendo, doliendo, hastaque me quede ciego, ciego, ci..."Pero un parpadeo bastó, como siempre. Elmundo nítido y definido, donde los colores semantenían dentro de los lím<strong>it</strong>es y las caras eranclaras, obvias, cayó. En su lugar aparecierongrandes borrones de color pastel. Y aunque la chicalo ayudó a buscar en la acera durante casi quinceminutos, ninguno de los dos pudo encontrarsiquiera una lentilla.En el fondo de su mente, Richie creyó oír la risadel payaso.1021

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