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it-eso-stephen-king

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lanco: aquí mismo, entre papá y mamá, en est<strong>eso</strong>fá."Su madre ni siquiera levantó la vista.–Es así: ¿c–c–cuántos fra–franceses hacen f–falta para cambiar una b–bbombilla? –insistió Bill.Sentía el sudor en la frente, como solíaocurrirle en la escuela, cuando la maestra tenía quellamarlo a dar la lección. Su voz sonaba estridente,pero no pudo bajarla. Las palabras le despertabanecos en la cabeza, como campanas enloquecidas.Levantaban ecos, se atascaban, volvían a brotar.—¿S–sabéis cu–cu–cuántos?—Uno para subirse a la mesa y sujetar labombilla y cuatro para dar vueltas a la mesa –dijoZack Denbrough distraídamente, mientras volvía lapágina.—¿Decías algo, querido? –preguntó la madre.En Noche de teatro, el hermano sacerdote decíaal hermano delincuente que se entregara y rezarapidiendo perdón.Bill seguía allí, sudando, pero frío... muy frío.Hacía frío allí porque, en realidad, él no era elúnico libro entre <strong>eso</strong>s dos sujetalibros; Georgietodavía estaba allí, sólo que ahora era un georgieinvisible, un Georgie que nunca pedía palom<strong>it</strong>as demaíz ni aullaba porque Bill lo pellizcaba. Esa nuevaversión de George nunca hacía travesuras. Era unGeorgie manco, pálido, pensativo y silencioso a la414

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