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it-eso-stephen-king

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—Creo que sí, señor. No tiene ningún nombre.Sólo dice que es su esposa.Hubo una pausa; luego un repiqueteo metálico,mientras Kaspbrak qu<strong>it</strong>aba la cadena. Sonriente,Henry pulsó el botón de la navaja. "Clic". La pusocontra su mejilla, listo para actuar. Oyó que girabael cerrojo. Un momento después hundiría la hojaen la garganta de ese pequeño imbécil. Esperó. Alabrirse la puerta, Eddie10. Los Perdedores en grupo, 13.30.vio que Stan y Richie salía, del mercado de laavenida Costello, cada uno de ellos con un helado.—¡Eh! –gr<strong>it</strong>ó–. ¡Eh, esperadme!Se volvieron. Stan lo saludó con la mano. Eddiecorrió para reunirse con ellos tan rápido comopudo. En verdad, no podía mucho porque tenía unbrazo enyesado y el tablero de parchís bajo el otro.—¿Qué tal, Eddie? ¿Qué haces, chaval? –preguntó Richie, con su grandiosa voz de caballerosureño–. Vaya, vaya... ¡El chaval tiene un brazofracturado! Fíjate en esto, Stan: el chaval tiene unbrazo fracturado. Vaya. Haz un acto de humanidady llévale ese tablero de parchís, pobre chaval.—No me molesta, puedo llevarlo –dijo Eddie,algo sofocado–. ¿Me das un poco de tu helado?1659

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