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it-eso-stephen-king

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—Ba–ba–basta –ordenó él, ceñudo–. Vuelve ala mesa.—No puedo, Bill. No puedo acercarme a ese...—¡Puedes! ¡Es p–p–preciso!Se oyeron pasos, rápidos y ligeros, que seacercaban por el breve pasillo, al otro lado de lacortina de cuentas. Bill miró a los otros.—¡Todo el mundo a la mesa! ¡Hablad! ¡Como sino hubiera pasado nada!Beverly lo miró con ojos suplicantes, pero Billsacudió la cabeza. Tomó asiento y acercó su silla,tratando de no mirar la galleta que había en elplato. Se había hinchado como una ampollainimaginable que se estuviera llenando de pus. Yaún palp<strong>it</strong>aba lentamente. "Estuve a punto demorderla", pensó.Eddie volvió a usar su inhalador, enviandollovizna a sus pulmones con un ruido fino, largo,agudo.—¿Y quién va a ganar el campeonato? –preguntó Bill, sonriendo como un pos<strong>eso</strong>.En ese momento entró Rose, con un cortésgesto inquis<strong>it</strong>ivo. Con el rabillo del ojo, Bill vio queBev había vuelto a la mesa. "Buena chica", pensó.—Creo que los Bears de Chicago lo tienen bien–dijo Mike.—¿Está todo en orden? –preguntó Rose.911

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