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it-eso-stephen-king

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madre llamó a Eleanor Dunton, una amiga.Eleanor fue de vis<strong>it</strong>a y las dos se dedicaron a leerfotonovelas viejas y revistas de cotilleos, riendocomo chiquillas y atiborrándose de langosta. A lamañana siguiente, cuando Eddie se levantó para ira la escuela, su madre aún roncaba en su cama,dejando escapar frecuentes pedos que sonabancomo largas y suaves notas de trompeta (estaba"tirándose unos buenos", habría dicho Richie). Enla ensaladera sólo quedaban algunas manch<strong>it</strong>as demayonesa.Aquél fue el último tren de la SouthernSeacoast que Eddie vio en su vida. Más adelante, alencontrarse con el señor Braddock, jefe de laestación de Derry, le preguntó qué había pasado.—La compañía quebró –dijo el señorBraddock–. Eso es todo. ¿No lees los diarios? Estápasando lo mismo en todo el mald<strong>it</strong>o país. Y ahoravete de aquí. Éste no es lugar para niños.A partir de entonces, Eddie caminaba a vecespor la vía cuatro, que había sido la línea costera,escuchando a un locutor mental que cantabanombres dentro de su cabeza con monótona yencantadora entonación del Este. Esos nombres,<strong>eso</strong>s nombres mágicos: Camden, Rockland, BarHarbor, Wascasset, Bath, Portland, Ogunqu<strong>it</strong>,Berwick; caminaba por la vía cuatro, hacia el este,hasta cansarse, hasta que las hierbas crecidas entrelas traviesas lo entristecían; Una vez levantó la526

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