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it-eso-stephen-king

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derecha. La cas<strong>it</strong>a subterránea tenía, en esemomento, las dimensiones de un salón de baile.—No importa –dijo Mike–. Va a venir muypronto. Algo viene.—S–s–sí –reconoció Bill–. Pe–e–epero yo... –Empezó a toser. Trató de dominarse, pero la tosempeoró hasta convertirse en un repiqueteo seco.Vagamente, Richie lo vio levantarsetambaleante, y arrojarse hacia la trampilla.—Bu–bu–buena: su–su...Y desapareció arrastrado por los otros.—Parece que sólo quedamos tú y yo, viejoMikey –dijo Richie. Entonces él también empezó atoser–.Estaba seguro de que sería Bill...La tos empeoró. Se dobló en tos tosiendo sinpoder recobrar el aliento. Le palp<strong>it</strong>aba la cabezacomo a martillazos, como un rábano lleno desangre. Sus ojos lagrimeaban tras las gafas.Desde lejos, le llegó la voz de Mike.—Sube si es necesario, Richie. No te marees. Novayas a matarte.Levantó una mano– hacia Mike y la ag<strong>it</strong>ó en ungesto de negación. Poco a poco fue dominando latos. Mike tenía razón. Algo estaba por ocurrir yocurriría pronto. Y él deseaba estar allí cuando asífuera.1294

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