11.07.2015 Views

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

mientras vivíamos en Portland y yo iba a Chevrus.No lo olvidé todo de golpe, pero ahora comprendoque ocurrió en un período notablemente breve. Talvez no más de cuatro meses. Mi tartamudeo y misrecuerdos desaparecieron juntos. Alguien borró lapizarra con todas las ecuaciones viejas.Bebió lo que quedaba de zumo.—Cuando tartamudeé al decir "preguntaras",hace un minuto, fue la primera vez en veintiúnaños, tal vez. –Miró a Audra–. Primero lascicatrices. Después, el t–tar–tartamudeo. ¿Lo ves?—¡Lo estás haciendo a propós<strong>it</strong>o!protestó ella,asustada.—No. Supongo que no hay modo de convencera nadie, pero es cierto. El tartamudeo es algocurioso, Audra. Fantasmal. Por una parte, nisiquiera te das cuenta de que lo haces. Pero...también es algo que se oye en la mente. Es como siuna parte de tu cabeza funcionara un segundoadelantada al resto. O como <strong>eso</strong>s sistemas dereverberación que los chicos solían poner en suscacharros en la década del cincuenta, en que elsonido de la bocina de atrás surgía una fracción desegundo después que en la de adelante.Se levantó para caminar por la hab<strong>it</strong>ación,inquieto. Se le veía cansado. Audra pensó, concierta inquietud, en lo mucho que había trabajadoen los últimos trece años, como si pudiera justificarsu moderado talento con un furioso r<strong>it</strong>mo de243

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!