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it-eso-stephen-king

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Giró la cabeza hacia arriba con los tendones delcuello salientes, la nuez como una punta de flechaclavada en su garganta. Ben estaba lleno de miedoy piedad por su amigo Bill Denbrough, perotambién experimentaba una fuerte sensación demaravilloso alivio. ¿Cómo había dudado de Bill?¿Cómo había podido alguno de ellos dudar de Bill?"Oh, Bill, dilo, por favor, ¿no puedes decirlo?"Y Bill, de algún modo, lo dijo:—Tienes tus pa–pa–pa–p... ¡"Pájaros"!Arrojó el libro a Stan. El niño judío lo tomómirando a Bill sin decir palabra. En las mejillas lerelucían las lágrimas. Apretó el libro hasta que losdedos se le pusieron blancos. Bill lo miró. Luegomiró a los otros.—V–v–vamos –ordenó.—¿Crees que los pájaros servirán de algo? –preguntó Stan en voz baja y ronca.—En la torre–depós<strong>it</strong>o te sirvieron, ¿no? –apuntó Bev.Stan la miró, inseguro. Richie le dio unapalmada en el hombro.—Vamos, Stan, amigo –lo alentó–. ¿Ereshombre o ratón?—Debo de ser hombre –respondió Stan,tembloroso, limpiándose las lágrimas con el dorsode la mano–. Que yo sepa, los ratones no se caganen los pantalones.1497

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