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it-eso-stephen-king

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peludas. Sus ojos pardo oscuro traslucían unahorrible inteligencia. La boca se abrió en una seriede gruñidos de espuma blanca que le goteaba porla barbilla. En la cabeza, el pelo estaba peinadohacia atrás, en una horrible parodia de la cola depato que usaban los adolescentes. Echó la cabezaatrás y rugió, sin apartar los ojos de Richie.Bill trepó por el carbón. Richie lo cogió por losbrazos y tiró con fuerza. Por un momento creyóque iba a ganar. Pero entonces el hombre–lobo seapoderó nuevamente de las piernas de Bill y tiró deél hacia atrás, llevándoselo hacia la oscuridad. Eramás fuerte. Había apresado a Bill y queríaquedárselo.En ese instante, sin la menor idea de lo queestaba haciendo ni de por qué lo hacía, Richie oyóque la voz del policía irlandés brotaba de una malaim<strong>it</strong>ación; ni siquiera se trataba del señor Nell. Erala voz de todos los policías irlandeses que algunavez ag<strong>it</strong>aron la porra después de media noche paracomprobar las puertas de los establecimientoscerrados.—¡O lo sueltas, muchacho, o te rompo esacabezota! ¡Por Cristo que te la rompo! ¡Suéltaloahora mismo si no quieres que te sirva tu propiohígado en una bandeja!La bestia del sótano dejó escapar unensordecedor rugido de ira... pero Richie creyódetectar otra nota en ese bramido: miedo, tal vez.650

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