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it-eso-stephen-king

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morderse los labios para no gr<strong>it</strong>ar unaadvertencia... pero otra vez hablaba, dentro de ella,una voz horrible, que no podía ser parte de supersona sino la voz del mismo diablo: "Deja que selo lleve, si lo quiere. Deja que lo arrastre haciaabajo. Mira lo que te sacarás de encima."Volvió la espalda a aquella voz, horrorizada.Perm<strong>it</strong>ir que ese pensamiento se quedara en sucabeza, siquiera por un instante, la condenaría alinfierno, sin duda alguna.Él miraba hacia el ojo del desagüe. Sus manoschapoteaban en la sangre que manchaba el lavaboy Beverly tuvo que luchar sombríamente con susnáuseas. Le dolía el estómago allí donde el padre lahabía golpeado.—No veo nada –dijo él–. Estos edificios sonviejos, Bev. Los desagües parecen autopistas,¿sabes? Cuando yo trabajaba de portero allá, en laescuela secundaria vieja, de vez en cuando salíanratas ahogadas a los inodoros. Las chicas se volvíanlocas. –Rió al pensar en esas manías femeninas–.Casi siempre cuando el Kenduskeag estaba alto.Hay menos bichos en las cañerías desde queinstalaron el sistema nuevo, <strong>eso</strong> sí. –La rodeó conun brazo para estrecharla–. Mira, vete a la cama yno pienses más en el asunto, ¿de acuerdo?Ella sintió su amor por él. "Nunca te pego si nolo mereces, Beverly", le había dicho él, una vez, alprotestar ella por un castigo injusto. Y tenía que685

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