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it-eso-stephen-king

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centímetros de esp<strong>eso</strong>r; las tablas que lacomponían estaban sujetas por bandas de bronce.Stan la empujó hasta cerrarla a medias. Girabasuavemente sobre sus goznes, a pesar del tamaño,y sin hacer el menor ruido."Bueno, entonces no fue la puerta lo que oíste –pensó–. Tal vez un avión de propulsión.Probablemente la puerta estaba abierta desde unprin..."Su pie golpeó algo. Stan bajó la vista y vio queera un candado. Mejor dicho: los restos de uncandado. Alguien lo había reventado. De su cuerpoasomaban flores de metal, mortíferamenteafiladas.Stan, con el entrecejo fruncido, volvió a abrir lapuerta y miró dentro.Una escalera estrecha llevaba hacia arribadescribiendo una espiral. La barandilla de laescalera era de madera y se apoyaba en gigantescasvigas que parecían unidas por cuñas y no porclavos.Algunas de esas cuñas parecían más gruesasque el brazo de Stan.—¿Hay alguien aquí? –preguntó Stan.No hubo respuesta.Tras una breve vacilación avanzó un paso paraver mejor la angosta garganta de la escalera. Nada.Richie habría dicho que aquello era ciudad730

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