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it-eso-stephen-king

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Apoyó el extremo de la navaja contra el flacocuello de su padre. El hombre se movió un poco yvolvió a caer en su sueño de cerveza. Henrymantuvo la navaja así unos cinco minutos, con losojos distantes y pensativos, mientras con la yemadel pulgar acariciaba el botón plateado de laempuñadura. La voz de la luna le habló,susurrando como el viento de primavera, que escálido pero con una fría navaja escondida enmedio. Zumbaba como un nido de papel lleno deavispas alborotadas, parloteaba como un políticoronco.A Henry le pareció muy bueno todo lo que lavoz dijo. Así que pulsó el botón plateado. Se oyó un"clic" al soltarse el r<strong>eso</strong>rte. Quince centímetros deacero penetraron en el cuello de Butch bowers, tanfácilmente como los dientes de un tenedor en unpollo bien cocido. La punta de la hoja asomó por elotro lado empapada de sangre.Butch abrió los ojos y los clavó en el cielo raso.–Su boca se abrió de pronto. De las comisurasbrotó un hilo de sangre que corrió por las mejillas,hacia el lóbulo de las orejas. Empezó a gorgotear.Una gran burbuja de sangre se formó entre suslabios flojos y estalló. Una de sus manos ascendióhasta la rodilla de Henry y la apretóconvulsivamente. Al chico no le molestó. A sudebido tiempo, la mano cayó. Los gorgoteoscesaron un momento después. Butch Bowers habíamuerto.1640

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