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it-eso-stephen-king

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Vio a Audra, descendiendo como en unascensor viejo y ruinoso. Bajó tres metros, sedetuvo, balanceándose y descendió abruptamenteotros cuatro o cinco metros. Su cara no se alteraba.Tenía muy abiertos los ojos, azules comoporcelana. Los pies descalzos, se movían comopéndulos. El pelo le colgaba sobre los hombros.Tenía la boca entreabierta.—¡"Audra"! –vociferó Bill.—Tranquilízate, Bill –gr<strong>it</strong>ó Ben.La telaraña ya estaba cayendo en derredor.Chocaba contra el piso con un ruido sordo yempezaba a escurrirse. De pronto, Richie sujetó aBill por la cintura y lo empujó hacia una aberturade unos tres metros que quedaba entre el suelo y elprimer hilo de la telaraña desprendida.—¡Ven, Bill!—¡Ésa es Audra! –gr<strong>it</strong>ó Bill, desesperado–. ¡Es"Audra"!—Me importa un bledo que sea ella o el Papa –repuso Richie, ceñudo–. Eddie ha muerto ynosotros vamos a matar a esa araña, si es quetodavía está viva. Esta vez vamos a terminar eltrabajo, Gran Bill. Y ahora, ¡vamos!Bill se quedó un momento más. Las fotografíasde los niños, de todos los niños muertos,parecieron pasar por su mente como fotografíasperdidas del álbum de George.1869

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