11.07.2015 Views

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

se incorporaron, perturbados por alguna razón queno podían determinar. Tragaron medicamentos, sepusieron las dentaduras postizas, encendieronpipas y cigarrillos.Los ancianos ya no pudieron conciliar el sueño.Uno de ellos era Norbert Keene que ya habíapasado los noventa años. Se acercó trabajosamentea la ventana y contempló el cielo, que estabaoscureciendo. La noche anterior, el pronósticometeorológico había anunciado cielo despejado,pero los hu<strong>eso</strong>s le decían que iba a llover y mucho.Sentía un miedo muy profundo. De algún modo sesentía amenazado, como si un veneno avanzarainexorablemente hacia su corazón. Pensó, sin saberpor qué, en el día en que la banda de Bradley habíaentrado desprevenidamente en Derry. Ese tipo deobra hace que uno se sienta abrigado y perezosopor dentro, como si todo estuviera... confirmado.No podía expresarlo mejor ni siquiera para símismo. Después de una obra así, uno sentía que talvez viviría para siempre y Norbert Keene estabamuy cerca de <strong>eso</strong>. Iba a cumplir noventa y seis añosel 24 de junio y todavía caminaba cinco kilómetrostodos los días. Pero ahora se sentía asustado.—Esos chicos –dijo, mirando por la ventana,sin darse cuenta de que hablaba en voz alta–. ¿Quépasa con <strong>eso</strong>s mald<strong>it</strong>os. chicos? ¿Con qué se hanpuesto a jugar ahora?Egbert Thoroughgood, de noventa y nueve, el1796

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!