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it-eso-stephen-king

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George se inclinó hacia adelante. ¡De prontoolía a cacahuetes! ¡Cacahuetes tostados! ¡Y vinagreblanco, del que se pone en las patatas fr<strong>it</strong>as! Y olíaa algodón de azúcar, a buñuelos, y también aestiércol de animales salvajes. Olía el aromaregocijante del aserrín. Y sin embargo...Sin embargo, bajo todo <strong>eso</strong> olía a inundación, ahojas deshechas y a oscuras sombras en bocas detormenta. Era un olor húmedo y pútrido. El olordel sótano.Pero los otros olores eran más fuertes.—Sí, lo huelo –dijo.—¿Quieres tu barqu<strong>it</strong>o, George? Te lo preguntootra vez porque no pareces desearlo mucho.Y se lo enseñó, sonriendo. Llevaba un traje deseda abolsado con grandes botones color naranja.Una corbata brillante, de color azul eléctrico, lecaía por la pechera. En las manos llevaba grandesguantes blancos, como Mickey y Donald.—Sí, claro –dijo George, mirando el interior dela boca de tormenta.—¿Y un globo? Los tengo rojos, verdes,amarillos, azules...—¿Flotan?—¿Que si flotan? –La sonrisa del payaso seacentuó–. Oh, sí, claro que sí. ¡Flotan! Tambiéntengo algodón de azúcar...George estiró la mano.24

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