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it-eso-stephen-king

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Por un momento, Richie se sintió confundido.Hasta percibió el rubor que le subía a las mejillas.Había hecho la inv<strong>it</strong>ación de un modo natural, talcomo se la había hecho a Ben... aunque a Ben lehabía dicho que debía devolverle el dinero. Sí. Y aBeverly no.De pronto se sintió un poco raro. Había dejadocaer los ojos, retrocediendo ante ese gesto burlón yen ese momento vio que la falda de la chica sehabía subido un poqu<strong>it</strong>o al inclinarse ella hacia lapapelera; se le veían las rodillas. Levantó los ojos,pero no sirvió de nada, porque se encontró con susnacientes pechos.Como solía hacer en momentos de confusión,se refugió en el absurdo.—¡Sí! ¡Una proposición! –vociferó hincándoseante ella con las manos entrelazadas–. ¡Dime quesi, por favor! Si te niegas me mataré, te lo juro,¿eh–wot? ¿Wot–wot?—Oh, Richie, qué loco eres –protestó ella,riendo otra vez. Pero ¿no estaba también un pocoruborizada? En todo caso, <strong>eso</strong> la hacía aún másbon<strong>it</strong>a–. Levántate si no quieres que te arrastren.Él se levantó y volvió a caer a su lado. Estabacon– vencido de que unas pocas tonterías siempreservían contra el mareo.—¿Quieres venir?—Claro –aceptó ella–. Gracias. ¡Imagínate, es603

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