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it-eso-stephen-king

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ver si creces de una vez!El señor Nell les estrechó la mano a todos. ABen, el último.—No tienes nada de que avergonzarte, salvo deuna equivocación, grandullón. En cuanto a esedique... ¿alguien te enseñó a hacerlo?Ben negó con la cabeza.—¿Lo has montado tú solo?—Sí, señor.—¡Vaya, vaya! Algún día construirás cosasgrandes, grandullón, estoy seguro. Pero LosBarrens no son buen lugar para <strong>eso</strong>. –Miróalrededor, pensativo–. Aquí nunca se hará nadagrande. Es un lugar horrible. –Suspiró–.Desmontad <strong>eso</strong>, niños. Desmontadlo ahora mismo.Creo que me voy a sentar aquí a la sombra de estosmatojos, a mirar cómo lo hacéis –dijo, exagerandosu acento irlandés y mirando a Richie.—Sí, señor –dijo Richie, humilde, y <strong>eso</strong> fuetodo.El policía asintió y los chicos pusieron manos ala obra. Una vez más, se volvieron hacia Ben, estavez para que les enseñara el modo más rápido dedeshacer lo que les había enseñado a construir. Elseñor Nell sacó un botellín de un bolsillo y tomó unlargo trago. Tosió, recobró el aliento en un suspiroexplosivo y miró a los niños con ojos acuosos,benignos.560

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