11.07.2015 Views

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Eddie asintió, porque el señor Keene era adultoy siempre había que dar la razón a los adultos (<strong>eso</strong>le había enseñado su madre). Por dentro pensaba:"Ya me han dicho esas mentiras." Era lo mismoque decía el médico cuando abría el esterilizador ydejaba escapar su atemorizante olor a alcohol. Erael olor de las inyecciones. Y éste era el olor de lasmentiras. Todo se reducía a lo mismo: cuando losmayores decían que iba a ser sólo un pequeñopinchazo, que no dolía nada, significaba que iba adoler mucho.Trató de tomar un poco más de batido.Neces<strong>it</strong>aba todo el espacio de su estrecha gargantapara inhalar un poco de aire. Echó un vistazo alinhalador que seguía en el secante; tuvo ganas depedirlo pero no se atrevió. De pronto se le ocurrióalgo extraño: tal vez el señor Keene sabía que él loneces<strong>it</strong>aba y no se atrevía a pedirlo; tal vez el señorKeene lo estaba("torturando")tentando a cometer una fechoría. Menudatontería, ¿no? Los adultos no jugaban así con losniños, y mucho menos un adulto que repartíasalud. No había que pensar en <strong>eso</strong>, porque sólopensarlo requería un replanteamiento horrible delmundo, tal como Eddie lo entendía.Pero allí estaba, allí estaba, tan cerca y tanlejos, como el agua junto a la mano del hombre quemuere de sed en el desierto. Allí estaba, en el1328

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!