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it-eso-stephen-king

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—¿Có–có–cómo vais?Respondieron con murmullos y él asintió en laoscuridad. No había pánico, nadie había lloradodesde el arrebato de Stan. Eso estaba bien. Buscólas manos de sus compañeros y permanecieron unrato así, dándose ánimos por medio del contacto.Bill sintió en <strong>eso</strong> una clara exaltación, la seguridadde que eran, en conjunto, algo más que la suma desus siete individualidades. Se habían convertido enun todo más potente.Encendió una cerilla y vieron un túnel estrechoen dirección descendente. La parte alta estabafestoneada de telarañas. Algunas, rotas por el agua,pendían como sudarios. Bill sintió un escalofríoatávico. El suelo estaba seco, pero cubierto de unmusgo antiquísimo y por algo que parecían hojas,hongos... o algún inimaginable tipo deexcrementos. Más arriba vio un montón de hu<strong>eso</strong>sy algunos harapos verdes. Podía tratarse de ununiforme de trabajo. Bill imaginó a algúnempleado del departamento de servicios públicosque se había perdido y, mientras vagaba por ahí,había sido descubierto...La llama tembló. Bill inclinó la cabeza haciaabajo para que durara un poco más.—¿S–s–sabes do–dónde estamos? –preguntó aEddie.Eddie señaló la dirección del túnel.—El canal está hacia allí, a menos de1773

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