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it-eso-stephen-king

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sin sentir un estremecimiento de repulsión.Pero las arañas eran sólo arañas, después de todo.Quizá cuando el horror deponía sus máscaras, nohabía nada que la mente humana no pudieraresistir. Ese pensamiento era alentador. Nada,salvo("los fuegos fatuos")lo que había allá fuera. Pero quizá hasta esa luzviviente que se agazapaba en el portal delmacrocosmos, estaba muerta o moribunda. Losfuegos fatuos y el viaje por la oscuridad hacia els<strong>it</strong>io donde existían, ya se estaban tornandoneblinosos y difíciles de recordar. Y en realidad,<strong>eso</strong> no venía al caso. El fondo de la cuestión,percibido aunque no comprendido, era,simplemente, que esa amistad estaba llegando a sufin... estaba terminando y ellos todavía estaban enla oscuridad. Aquello había podido hacer de ellosalgo más que niños, quizá, mediante la amistad.Pero ahora volvían a ser niños. Bill lo sentía tantocomo los otros.—¿Y ahora, Bill? –preguntó Richie,planteándolo, por fin, directamente.—N–n–no lo sé –dijo Bill.Allí estaba otra vez su infatigable tartamudeo.Él lo oyó. Los otros lo oyeron. De pie en laoscuridad, oliendo el empapado aroma del pánicocreciente, se preguntó cuánto tiempo pasaría antesde que alguien (muy probablemente Stan) pusiera1865

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