11.07.2015 Views

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

el espejo redondo de la pared posterior vela que elempleado le miraba el trasero con profunda ysoñadora concentración.—Pero tendrás que pagarme el taxi cuandollegue. No tengo dinero. Ni un centavo.—Le daré cinco dólares de propina –exclamóKay–. ¡Me has dado la mejor noticia desde queNixon renunció! Date prisa, mujer, y... –Hizo unapausa. Cuando volvió a hablar, lo hizo con vozseria, tan llena de bondad y amor que Beverly sesintió a punto de llorar–. Gracias a Dios que lo hashecho, Bev. Lo digo en serio. Gracias a Dios.Kay Mccall, una ex diseñadora que se casó rica,se divorció más rica aún y descubrió el feminismoen 1972, tres años antes de que Beverly laconociera. En el momento culminante de sucontrovertida popularidad, se la acusó de haberabrazado el feminismo después de usar leyesarcaicas y machistas para sacar a su esposo, unindustrial, hasta el último centavo de lo que la leyperm<strong>it</strong>ía.—¡Tonterías! –había asegurado Kay a Beverly,cierta vez–. Los que dicen <strong>eso</strong> nunca se acostaroncon Sam Chacowicz. Unas cosquillas, dossacudidas y a otra cosa: ése era el lema de Sammy.la única vez que aguantó más de sesenta segundosfue masturbándose en la bañera. Yo no lo estafé;me lim<strong>it</strong>é a cobrar mi sueldo de soldado conretroactividad.667

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!