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it-eso-stephen-king

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decir que...—Tranquilo –dijo Mike, levantando la manocon una leve sonrisa–. No estoy acusándoos denada; sólo trato de poner las cartas sobre la mesa.Todos vosotros sois ricos, desde la óptica de unbibliotecario de ciudad pequeña que no llega aganar once mil dólares al año, deducidos losimpuestos, ¿comprendéis?Rich encogió los hombros de su costoso traje,con aire incómodo. Ben parecía concentrado endesgarrar pequeñas tiras de su servilleta. Nadiemiraba directamente a Mike, salvo Bill.—Ninguno de vosotros es multimillonariorealmente –continuó el bibliotecario–, perodisfrutáis de una s<strong>it</strong>uación más que holgada dentrode la clase media–alta norteamericana. Aquíestamos entre amigos, de modo que podéisconfesar: si uno de vosotros declaró menos denoventa mil dólares en la declaración de renta de1984, que levante la mano.Todos se miraron entre sí, casi furtivamente,azorados, como parecen sentirse siempre losnorteamericanos, por la desnuda realidad de supropio éx<strong>it</strong>o, como si el dinero fuera huevos durosy la solvencia, el dolor de estómago que sobrevieneinev<strong>it</strong>ablemente a una ración excesiva de ellos. Billsintió calor en las mejillas, pero no pudo ev<strong>it</strong>ar queenrojecieran. Sólo por el primer borrador del guiónde "El desván" le habían pagado diez mil más que877

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