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6. Los Barrens, 12.40.por sobre el hombro, buscando señales de ellos,mientras resbalaba por el terraplén. No habíarastros, al menos de momento. "Le había dado unabuena", como decía a veces su padre... y el solorecordar a su padre arrojó sobre ella otra oleada deculpabilidad y desamparo.Miró bajo el puente desvencijado con laesperanza de ver allí a "Silver", pero no estaba.Sólo había un depós<strong>it</strong>o con las armas de jugueteque ya nadie se molestaba en llevar a casa. Echó aandar por el camino, miró hacia atrás... y alláestaban: Belch y Victor prestaban apoyo a Henry,de pie los tres en el borde del terraplén, comocentinelas indios en una película de RandolphScott. Henry estaba horriblemente pálido. Laseñaló con un dedo. Victor y Belch empezaron aayudarlo a descender. Sus talones levantabantierra y grava.Beverly los miró por un largo instante, casihipnotizada. Luego volvió a correr cruzando el hilode agua que discurría bajo el puente, sin reparar enlas piedras de Ben. Corrió por la senda, jadeando.Sentía temblar los músculos de las piernas. Ya nole quedaba mucho. La cas<strong>it</strong>a del club. Si lograballegar hasta allí quizá estuviera a salvó.Corrió por el sendero abierto; las ramasazotaban sus mejillas, imponiéndoles aún más1616

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