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it-eso-stephen-king

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("No puedo daros vida eterna, pero puedotocaros y viviréis muchísimo tiempo, doscientosaños, trescientos, tal vez quinientos y puedohaceros dioses en la Tierra, si me dejáis ir, si medejáis ir, si me dejáis"...)—¿Bill? –preguntó Richie.Bill, soltando un alarido, se lanzó a la carga.Richie corrió con él, codo con codo. Ambosgolpearon con el puño cerrado, pero Billcomprendió que, en realidad, no golpeaban con lospuños sino con la fuerza de ambos, combinada yacrecentada por la fuerza del "Otro"; era la fuerzade la memoria y el deseo, pero, sobre todo, era lafuerza del amor y de la niñez no olvidada, comouna inmensa rueda.El chillido de la araña invadió la cabeza de Bill,casi astillándole el cerebro. Sintió que su puño sehundía en una humedad espasmódica. Su brazopenetró hasta el codo. Lo retiró chorreando sangrenegra. Del agujero que había hecho brotó aquellíquido viscoso.Vio que Richie estaba de pie, casi debajo de esecuerpo abotagado, empapado de la sangre oscurade "Eso", en la clásica postura del boxeador,golpeándolo con los puños chorreantes.La araña contraatacó con sus patas. Bill sintióque una de ellas le desagarraba de refilón la camisay la piel. El aguijón golpeó inútilmente contra elsuelo. "Eso "se inclinó hacia adelante tratando de1894

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