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it-eso-stephen-king

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ancianos con el correr de los años. Los adultostenían sus propios terrores y se les podían activarlas glándulas para que todos los elementosquímicos del miedo inundaran el cuerpo y salaranla carne. Pero sus miedos eran, casi siempre,demasiado complejos. Los miedos de los niñossolían ser más simples y más poderosos. Losmiedos infantiles, con frecuencia, se convocabancon una sola cara... y si hacía falta un cebo, ¿a quéniño no le gustaba un payaso?"Eso" comprendía, vagamente, que <strong>eso</strong>s niñosse las habían arreglado para volver contra él suspropias armas. Que, por coincidencia, por la uniónde siete mentes extraordinariamente imaginativas,"Eso" había sido puesta en gran peligro. Cualquierade los siete, a solas, le habría servido de alimento.Si no se hubieran reunido, por casualidad, "Eso"los habría elegido uno a uno, atraído por la calidadde sus mentes, tal como un león se siente atraídopor el olor de las cebras. Pero juntos habíandescubierto un alarmante secreto que ni siquiera"Eso" conocía: que la fe tenía dos filos. Si hay diezmil campesinos medievales que inventan losvampiros al creer en su realidad, puede haber uno(probablemente un niño) que imagine la estacanecesaria para matarlo. Pero una estaca es sólomadera; la mente es la maza que la clava en sus<strong>it</strong>io.Pero "Eso" había acabado por escaparhundiéndose profundamente en la tierra, y los1762

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