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it-eso-stephen-king

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algo que parecía un helado de pistacho. El pelocastaño–rojizo, brillante, cuyos reflejos parecíancobrizos y a veces casi rubios, le llegaba a losomóplatos. Richie sólo conocía a una chica con esecolor de pelo: Beverly Marsh.A Richie le gustaba mucho Bev. Bueno, legustaba, sí, pero no de ese modo. La admiraba porsu aspecto (y sabía que no era el único; las chicascomo Sally Mueller y Greta Bowie odiaban abeverly como a la peste; aún eran demasiadojóvenes para comprender que, teniéndolo todo contanta facilidad, tuvieran que competir en materiade aspecto con una chica que vivía en <strong>eso</strong>sapartamentos horribles de la parte baja de MainStreet), pero sobre todo porque era fuerte y poseíaun agudo sentido del humor. Además, solía tenercigarrillos. Le gustaba, en resumen, porque era unabuena tía. De cualquier modo, una o dos veces sehabía sorprendido preguntándose qué color debragas llevaría bajo sus cortas faldas algodesteñidas.Al acercarse al banco Richie cerró el cinturónde su invisible impermeable, se bajó un invisibl<strong>eso</strong>mbrero y fingió ser Humphrey Bogart.Agregando la voz correcta, se convirtió enHumphrey Bogart... al menos a su modo de ver.Para cualquier otro, parecía Richie Tozier con unleve resfriado.—Hola, cariño –dijo, acercándose al banco–. A596

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