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it-eso-stephen-king

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tierra de los pequeños. Un intruso. Si en labiblioteca para adultos se había sentido incómodopor la posibilidad de que alguien lo mirara o ledirigiera la palabra, allí, en cambio, le resultaba unalivio. Para empezar, demostraba que él seguíasiendo adulto. El hecho de que la muchacha nousara sujetador bajo su camisa también lo alivió envez de exc<strong>it</strong>arlo: si neces<strong>it</strong>aba alguna prueba deque estaba en 1985 y no en 1958, la tenía en losvisibles puntos de los pezones contra la tela dealgodón.—No, gracias –dijo. Luego, sin motivo, se oyóagregar–: Estaba buscando a mi hijo.—¿Sí? ¿Cómo se llama? Tal vez lo haya visto. –La chica sonrió–. Conozco a casi todos los quevienen.—Se llama Ben Hanscom –dijo él–. Pero no loveo por aquí.—Dígame cómo es y si lo veo le daré unmensaje.Ben comenzaba a incomodarse y a lamentarhaberse metido en <strong>eso</strong>.—Bueno, es bastante gord<strong>it</strong>o y se me parece unpoco. Pero no se preocupe, señor<strong>it</strong>a. Si lo ve, dígaleque su padre estuvo aquí, camino de casa.—Lo haré –dijo ella, sonriendo.Pero la sonrisa no le llegó a los ojos y Bencomprendió súb<strong>it</strong>amente que ella no se había930

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