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it-eso-stephen-king

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equilibristas en la cuerda floja, riendo...Sacudió la cabeza para expulsar el espejismo dela galería, un grupo de edificios con letreros de"Sears, J. C. Penney, Woolworth, Cvs, York SteakHouse y Libros Walden". Había caminos queentraban a los aparcamientos y salían de ellos. Lagalería seguía allí porque no era un espejismo. Lafundición K<strong>it</strong>chener ya no existía, ni tampoco lahierba que crecía entre sus ruinas. La realidad erala galería, no los recuerdos.Pero él, por algún motivo, no pudo creer <strong>eso</strong>.—Bueno, aquí estamos, señor –dijo el taxista,entrando en el aparcamiento de un edificio queparecía una gran pagoda de plástico–. Un pocotarde, pero mejor tarde que nunca, ¿no?—Claro que sí –dijo Bill, entregando un billetede cinco dólares al taxista–. Quédese con elcambio.—¡Gracias! –exclamó el taxista–. Si neces<strong>it</strong>aque alguien lo lleve, llame a Big Yellow y preguntepor Dave. Ése soy yo.—Preguntaré por el taxista religioso –dijo Bill,sonriente– El que ya tiene su parcela elegido enMonte Esperanza.—Eso –repuso Dave, riendo–. Que lo pase bien,señor.—También usted, Dave.Se detuvo un momento bajo la lluvia ligera y825

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