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it-eso-stephen-king

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—Sí –confirmó Richie, sonriente.—Y crees que no puedes perdértelas.—¡Sí!—Probablemente morirías de desilusión si novieras esas dos basuras.—¡Sí, sí, en efecto! ¡Estoy seguro! ¡Grauag! –Richie cayó de la silla al suelo apretándose el cuellocon la lengua afuera. Era su modo de poner enmarcha su encanto.—Oh, Dios, Richie, ¿por qué no dejas de hacer<strong>eso</strong>? –pidió la madre, que estaba friéndole un parde huevos para completar las tort<strong>it</strong>as.—Vaya, Richie –dijo el padre, mientras el chicovolvía a su silla–, el lunes te di tu asignación. Yhoy, viernes, neces<strong>it</strong>as más dinero.—Bueno...—¿Qué ha sido de la asignación?Richie adoptó la voz de Toodles, el mayordomoinglés.—Vaya, la gasté, qué te parece, jefe. Fue micontribución al esfuerzo de guerra. Todos debemoscombatir a los sanguinarios hunos, cada uno a sumodo, ¿no?Qué terrible, ¿eh–wot? Qué cosa espantosa,¿wotwot? Qué cosa...—Eres un descarado –dijo Went,amistosamente, mientras cogía la mermelada de588

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