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it-eso-stephen-king

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Eddie no fue esa noche al Puente de los B<strong>eso</strong>s;no tenía ninguna prisa por cruzar al lado delinst<strong>it</strong>uto secundario. Probablemente dormiría en elparque, quizá sobre las hojas secas que seacumulaban bajo el estrado de la orquesta; peropor el momento prefería estar sentado allí. Legustaba estar en el parque; iba allí con frecuenciacuando neces<strong>it</strong>aba pensar. A veces había gentedisponiéndose para pasar la noche en losbosquecillos del parque, pero Eddie no se metíacon ellos y ellos no se metían con él. En los recreosescolares había oído horribles historias sobre losinvertidos que paseaban por el parque Basseydespués del anochecer; aunque las aceptaba, a élnunca lo habían molestado. El parque era un s<strong>it</strong>ioapacible, y la mejor parte era, para él, exactamenteaquella en que se encontraba.Le gustaba sentarse allí en el verano, cuando elagua, de tan baja, gorgoteaba entre las piedras yhasta se separaba en arroyuelos que searremolinaban. Le gustaba al iniciarse laprimavera, justo después del deshielo; entonceshabía que quedarse de pie junto al canal, porqueestaba tan frío que congelaba el trasero; él pasabaallí una hora o más, encapuchado en su viejochaquetón, que le quedaba pequeño desde hacíados años, con las manos metidas en los bolsillos,sin darse cuenta de que su delgado cuerpotemblaba y se sacudía. En la semana siguiente aldeshielo, el canal tenía un poder terrible,441

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