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it-eso-stephen-king

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Él volvió a levantar la mano, ahora cerrada enun puño, como si tuviera intención de romper algo.Beverly la esquivó, el puño pasó silbando junto a sucabeza y se estrelló contra la pared. Él la soltó,aullando, para llevarse el puño a la boca. Beverlyretrocedió a pas<strong>it</strong>os cortos y rápidos.—¡Ven aquí!—No –dijo ella–. Quieres pegarme. Te quiero,papá, pero cuando te pones así te odio. "Eso" estáobligándote, pero es porque tú se lo perm<strong>it</strong>es.—No sé de qué estás hablando, pero será mejorque vengas. No lo voy a repetir.—No –rep<strong>it</strong>ió ella, volviendo a llorar.—No hagas que vaya a buscarte, Bevvie, o lolamentarás. Ven aquí.iré.—Dime quién te fue con ese cuento. EntoncesEl padre saltó hacia ella con agilidad felina, atal punto que, si bien ella estaba esperando algoasí, estuvo a punto de dejarse atrapar. Buscó atientas el pomo de la puerta, la abrió apenas losuficiente para pasar y corrió por el vestíbulo haciala puerta de entrada en una pesadilla de pánico, talcomo huiría de la señora Kersh, veintisiete añosdespués. Detrás de ella, Al Marsh se estrelló contrala puerta, cerrándola de un golpe que la partió porel medio.—¡"Vuelve aquí inmediatamente, Bevvie"! –1570

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