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it-eso-stephen-king

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—Cuando hayas limpiado los cristales y sacadola basura, puedes ir a jugar un rato, si quieres. Tupadre va a la bolera esta noche, así que no tienesque prepararle la cena. Pero quiero que estés encasa antes del oscurecer. Ya sabes por qué.—Está bien, mamá.—Dios mío, cómo creces –dijo Elfrida. Miró,por un momento, los bult<strong>it</strong>os en la sudadera. Sumirada reflejaba amor, pero ninguna compasión–.No sé qué voy a hacer aquí cuando estés casada ytengas tu propio hogar.—Creo que me quedaré aquí toda la vida –dijoBeverly, sonriendo.La madre la abrazó brevemente y le besó lacomisura de la boca con sus labios secos ycalientes.—No me engaño –replicó–. Pero te quiero,Bewie.—Yo también te quiero, mamá.—Cuando termines con esas ventanas, repasapara estar segura de que no queden marcas –recomendó mientras recogía su cartera y seacercaba a la puerta–. De lo contrario, te las veráscon tu padre.—Ya las repasaré. –En el momento en que lamadre abría la puerta para salir, Beverly preguntó,tratando de fingir indiferencia–. ¿No has vistonada raro en el baño, mamá?694

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