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it-eso-stephen-king

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Cuando éramos pequeños decíamos que estabahechizado.—Lo recuerdo.—Mire, allí está el hosp<strong>it</strong>al. ¿Lo reconoce?A la derecha se veía el hosp<strong>it</strong>al Municipal deDerry. Detrás de él corría el Penobscot, hacia suencuentro con el Kenduskeag. Bajo el lluvioso cielode primavera, el río tenía el color opaco del peltre.El hosp<strong>it</strong>al que Bill recordaba (un edificio demadera blanca, con dos alas y tres plantas) aúnestaba allí, pero rodeado y empequeñecido por uncomplejo de edificios que sumaban quizá unadocena. A la izquierda había un aparcamiento conmás de quinientos coches. según su cálculo.—¡Por Dios, <strong>eso</strong> no es un hosp<strong>it</strong>al! ¡Parece elrecinto de una universidad, coño! –exclamó Bill.El conductor rió entre dientes.—Como no soy religioso, le perdono su lengua.Sí, ya es casi tan grande como el de Bangor. Tienenlaboratorio de radiología, centro de terapia,seiscientas hab<strong>it</strong>aciones, lavandería propia y sabeDios qué más. El viejo hosp<strong>it</strong>al sigue allí, peroahora sólo como administración.Bill sintió una extraña sensación dedesdoblamiento, la misma que recordaba habersentido al ver la primera película tridimensional:tratar de unir dos imágenes que no coincidían. Unopodía engañar la vista y el cerebro para que lo822

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