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it-eso-stephen-king

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Los expedicionarios volvieron, no sólo contablas, sino con cuatro neumáticos viejos, laportezuela herrumbrada de un Hudson 1949 y unagran chapa de acero corrugado. Bajo la direcciónde Ben, agregaron dos alas al dique originalbloqueando la salida del agua por los lados. Conesas alas inclinadas hacia atrás, contracorriente, eldique funcionaba aún mejor que antes.—Lo has arreglado –dijo Richie–. Eres ungenio, tío.Ben sonrió.—No ha sido nada.—Tengo cigarrillos –dijo Richie–. ¿Os apetece?Sacó el arrugado paquete blanco y rojo de suspantalones y lo pasó. Eddie lo rechazó pensando enlo que podía hacer un cigarrillo a su asma. Stantambién rehusó. Bill tomó uno y Ben lo im<strong>it</strong>ó, trasun instante de vacilación. Richie sacó un librillo decerillas y encendió primero el de Ben y luego el deBill. Estaba a punto de encender el suyo cuandoBill le apagó la cerilla de un soplido.—Muchas gracias, capullo –dijo Richie.Bill sonrió, como pidiendo disculpas.—Tres con un solo fós–fós–fósforo –dijo–. T–t–ttrae ma–mala suerte...—Mala suerte la de tus padres, cuando túnaciste –replicó Richie.Y encendió otra cerilla para su cigarrillo.511

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