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it-eso-stephen-king

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ieron, nerviosos.—¿Dónde está? –susurró Ben.Beverly, con el corazón palp<strong>it</strong>ándole en lassienes, los condujo por el pasillo al que daba eldorm<strong>it</strong>orio de sus padres a un lado y la puertacerrada del baño en el extremo. Después de abrirla,entró rápidamente y tapó el sumidero del lavabo.Luego dio un paso atrás para ponerse entre Ben yEddie. La sangre se había secado dejando manchasmarrones en el espejo, el lavabo y el empapelado.Beverly las miró; resultaba más fácil mirar lasmanchas que a sus amigos.En voz tan infantil que apenas pudoreconocerla como propia, pregunto:—¿La veis? ¿Alguno de vosotros la ve? ¿Estáallí?Ben se adelantó un paso y Beverly volvió asorprenderse de sus delicados movimientos a pesarde su gordura. Tocó una de las manchas de sangre,después otra, y por fin una larga chorreadura en elespejo.—Aquí. Aquí. Aquí. –Su voz sonó inexpresiva yautor<strong>it</strong>aria.—¡Jolín! Es como si hubieran matado un cerdoaquí dentro – exclamó Stan.—¿Y todo <strong>eso</strong> salió del sumidero? –preguntóEddie, a quien el espectáculo estaba poniendoenfermo. Como su respiración se tornaba707

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